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lunes, 25 de marzo de 2013

La cola y la cabeza de la boa

En los siglos de rudimentaria zoología, cuando aun se creía que todas las serpientes secretaban veneno, y que la ponzoña residía en la cola (in cáuda venenum), de donde pasaba a una vesícula bucal, que reventaba al morder el reptil, dió principio un gran pleito ante las Parcas por cuestiones de preeminencia.
-"¡Esto tiene que acabar ¡caramba! Estoy harta de ir a remolque. No soy esclava, ni de alcurnia inferior. Si ella nació de la tierra, yo no he nacido de la luna; no me creo por debajo de ningún ofidio, y puedo decir lo que dirá en el siglo XIX un veraificador:

"Que también yo estoy hecha de igual barro
Que el inmortal conquistador Pizarro".

Así se expresó ante Cloto, Láquesis y Atropos el rabo, o mejor dicho, la cola (créase o no) de la Boa. El cual rabo pro­siguió:
-"Pido que se me trate como a mi hermana la cabeza; llevamos la misma sangre, el mismo veneno; y el reino de las sombras nos debe a las dos por igual. Siglos hace que la cabeza va delante y yo detrás; ha llegado la hora de darle descanso, encomendándome la dirección de la marcha. Lo haré a pedir de boca, pese a quien pese, y aumentaré en cien por ciento la anual hecatombe de los que bajan al Cocito por nuestra mano..."
Cuando las Parcas oyeron al reptir mentado hablar de manos (como el novelista diciendo de su héroe: "tenía las ma­nos heladas como las de una serpiente") quedaron convencidas y, para castigar su imprudencia y necedad, le otorgaron el dan pedido de preemi-nencia, como presta a veces el cielo oído a nuestras imprudentes peticiones. Y comenzó la Boa a dar má­quina atrás; empero, como el rabo no veía más a la luz del sol que en una caverna tenebrosa, aquí tropiezo, allí me golpeo, acá topo un buey, allá doy contra un árbol, acullá me rompo el hocico en una pared... al cabo de tres días bajó la cabeza su hermana, junto con la cola, a las negras aguas de la laguna Estigia.

1.087.1 Daimiles (Ham) - 017

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