-"¡Esto tiene que acabar ¡caramba! Estoy harta de
ir a remolque. No soy esclava, ni de alcurnia inferior. Si ella nació de la
tierra, yo no he nacido de la luna; no me creo por debajo de ningún ofidio, y
puedo decir lo que dirá en el siglo XIX un veraificador:
"Que
también yo estoy hecha de igual barro
Que el
inmortal conquistador Pizarro".
Así se expresó ante Cloto, Láquesis y Atropos el rabo,
o mejor dicho, la cola (créase o no) de la Boa. El cual rabo prosiguió:
-"Pido que se me trate como a mi hermana la
cabeza; llevamos la misma sangre, el mismo veneno; y el reino de las sombras
nos debe a las dos por igual. Siglos hace que la cabeza va delante y yo detrás;
ha llegado la hora de darle descanso, encomendándome la dirección de la marcha.
Lo haré a pedir de boca, pese a quien pese, y aumentaré en cien por ciento la
anual hecatombe de los que bajan al Cocito por nuestra mano..."
Cuando las Parcas oyeron al reptir mentado hablar de
manos (como el novelista diciendo de su héroe: "tenía las manos heladas
como las de una serpiente") quedaron convencidas y, para castigar su
imprudencia y necedad, le otorgaron el dan pedido de preemi-nencia, como presta
a veces el cielo oído a nuestras imprudentes peticiones. Y comenzó la Boa a dar máquina atrás;
empero, como el rabo no veía más a la luz del sol que en una caverna tenebrosa,
aquí tropiezo, allí me golpeo, acá topo un buey, allá doy contra un árbol,
acullá me rompo el hocico en una pared... al cabo de tres días bajó la cabeza
su hermana, junto con la cola, a las negras aguas de la laguna Estigia.
1.087.1 Daimiles
(Ham) - 017
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