-"¡Buenos días! madama", saludó la Raposa , bajando el hocico y
barriendo el camino con la esponjada cola. "¿No me honraría con su
presencia este mediodía? Es mi cumpleaños".
-"No faltaré, amiga, y muchas gracias por la
invitación", respondió la
Cigüeña. 'Conforme llegue el bebé por el expreso de Urano y
acabe de entregarlo a aquella familia que está vendimiando, me llegaré a lo de
su merced".
La dueña de casa había colocado en el santo suelo tres
platunazos como rodelas donde volcó no menos de seis litros de caldo clarete.
-"¡Afuera ceremonias, amigas! Y ¡buen
apetito!", dije, la Zorra
sin ironía, echándose de bruces a orillas del charco y comenzando a beber a
lengüetadas, maniobra que la Loba
imitó perfectamente, hasta dejar entrambas las fuentes más secas que soga de
esparto, en menos tiempo que canta un zorzal.
Entre tanto la Cigüeña paseaba en vano su largo y afilado pico
por aquella mar chiquita abriéndolo y cerrándolo rápidamente con ruido
peculiar, por si pescaba algún átomo; en vano, porque más desdichada que el
otro, ni siquiera pudo decir:
"Galgos
mis dedos cazaron
Después de
andar mil leguas,
La pechuga
de un conejo
En el
rincón de una hortera".
En el interín, Loba y Raposa se miraban a hurtadillas
y hacían esfuerzos sobrelobunos para no disparar con la carga detonante de risa
que les henchía la panza. Por fin, madama Cigüeña que estaba en cuclillas, se
incorporó, no sin antes frotar el fatigado pico en el césped, como desuellacaras
que asienta su navaja, y con toda cortesía se despide de las dos guasonas.
No bien hubo levantado el vuelo la invitada, cuando
éstas soltando la incontenible risa a dúo se llevaron tal contrapunto en música
sincopada con acompañamiento de chufetas, donaires y picardías que me río yo de
todos los tratados de armonía y composición. En un compás de espera añadió la Raposa no sé qué dislate,
el cual oído por la Loba ,
provocó en ella tal hilaridad que la tumbó de espaldas. La del cumpleaños, que
no esperaba otra cosa, se puso de un brinco a lado del fuentón de la ausente
Cigüeña,y de un saque lo dejó seco y lustroso.
Como no hay deuda que no se pague ni plazo que no se
cumpla, y como donde las dan las toman, y calvo vendrá que a calvo vengará,
sucedió a los dos meses del chasco cigoñino que la Zorra tuvo precisión de
pasar por el bañado de las zancudas. Verla misiá Cigüeña e invitarla
encarecidamente a comer fué cosa de un instante. Cabalmente la Zorra traía y llevaba hambre
atrasada, y de la cocina cercana venía un tufo de carne guisada que ¡vamos! era
coma para abrir el apetito a un adoquín, no que a una zorra. Cuando el horno
ladrillero dió la señal del meridiano, nuestra raposa se puso en cuatro saltos
a la puerta del consultorio. Allí la esperaban madama Cigüeña y su prima doña
Grulla, quienes le introdujeron en un comedor estilo redoma. Veíanse en él
tres alcarrazas o porrones cuellilargos repietos de carne picada como para
albóndigas. Hacíasele agua la boca a la invitada husmeando el ambiente, y alabó
sin medida a la dueña de casa por su cortesía y sus dotes de anfitrión.
Acercáronse, por fin, a la bucólica Grulla y Cigüeña
comenzando a picar dentro del cuello poroso y a tragar sin apresuramiento.
Por su parte, la Zorra
se encarnizaba vanamente en introducir su hocico en la alcarraza: ni siquiera
lograba atrapar los pedacitos de carne que llegaban casi al borde del alto
cuello. Carcomida de despecho y saña, volvía a la carga, plantaba la nariz, la
sacaba soplando, recorría con ojos que echaban lumbre el enorme porrón de
arriba abajo, en busca de una entrada, pero todo fué en vano: tuvo que quedarse
a diente.
Entre tanto los dos parientes habían concluido el
almuerzo y, a hurtadillas, miraban a la comadre Zorra, procurando no estallar
con la risa que les retozaba en el cuerpo, de la punta del pico a la punta de
los dedos.
Por fin, la hambrienta invitada abandona la partida,
despídese cortesmente de la dueña, disimulando el hambre rabiosa, y corrida
como si un pollo la hubiese burlado, sale cual una exhalación, con las orejas
gachas y rabo entre piernas, no parando hasta su madriguera.
1.087.1 Daimiles
(Ham) - 017
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