Translate

lunes, 25 de marzo de 2013

La serpiente y la lima

Erase una sierpe filarmónica que había sentado sus rea­les en la huerta de un relojero rural. El redoble de los desper­tadores vulgares, el sanecillo de las cajitas de música, el arpe­gio cristalino, como de arpa, de los relojes de pared, la lluvia de notas de las campanitas armónicas, la encantaban tanto co­mo la leche que le robaba de la taza a una hijita del dueño que había tomado la costumbre de ir a tomar su desayuno debajo de una higuera vecina.
Llegó el Invierno, y la nena tomaba la leche en casa. La serpiente, que aun no se había soterrado para invernar, dur­miendo como marmota, andaba con un gazuza que volaba.
Una noche se coló en el taller del relojero, y no halló más taza de leche que una lima triangular. Comienza a hincarle el diente... cuando oye, sorprendida, que le dice la herrumbrada herramienta:
"¿Por quién me tomas, culebrita? ¿Por un lagarto? ¡Vamos, hombre! Antes que llegues a hacerme el más mínimo rasguño te va a sudar el jopo, y te quedarás sin colmillos aun­que fuesen como los del elefante. No hay diente, colmillo, ni muela, así sean de tiburán, de tigre o de megaterio, que me den cuidado. Sólo me preocupan un poco los del Tiempo. Más de una vez le oí cantar a mi patrón:

"¡Tiempo! ¡tiempo! ¡Cuanto puedes
Tú que indiferente escribes
Sobre cráneos y paredes
La cifra de la verdad!".

"Será mejor que vayas a dormir, culebra, que quien duer­me, come".

Con vosotros habla la Lima, roedores de obras ajenas, in­capaces tal vez de redactar un párrafo informativo, y encar­nizados detractores de los lunares de obras maestras. ¡Ojalá todos los poetas, los compositores, los dramaturgos, los pinto­res, arquitectos y escultores que murieron descorazonados, en la miseria quizás, por vuestra miserable miopía intelectual y artística, os hubiesen replicado con Moratín:

"Tu crítica majadera
De los dramas que escribí,
Pedancio, poco me altera;
Más pesadumbre tuviera
Si te, gustasen a ti".

Tribu de criticastros sin diploma, de majaderos, de esté­riles, aguzad vuestros colmillos, y morded a los que os respon­den con Hoarcio:

"Exegi monumentum aere perennius".

"Nuestras obras son monumentos de cobre, de bronce, de acero, de diamante".

1.087.1 Daimiles (Ham) - 017

No hay comentarios:

Publicar un comentario