Llegó el Invierno, y la nena tomaba la leche en casa.
La serpiente, que aun no se había soterrado para invernar, durmiendo como
marmota, andaba con un gazuza que volaba.
Una noche se coló en el taller del relojero, y no
halló más taza de leche que una lima triangular. Comienza a hincarle el
diente... cuando oye, sorprendida, que le dice la herrumbrada herramienta:
"¿Por quién me tomas, culebrita? ¿Por un lagarto?
¡Vamos, hombre! Antes que llegues a hacerme el más mínimo rasguño te va a sudar
el jopo, y te quedarás sin colmillos aunque fuesen como los del elefante. No
hay diente, colmillo, ni muela, así sean de tiburán, de tigre o de megaterio,
que me den cuidado. Sólo me preocupan un poco los del Tiempo. Más de una vez le
oí cantar a mi patrón:
"¡Tiempo!
¡tiempo! ¡Cuanto puedes
Tú que
indiferente escribes
Sobre
cráneos y paredes
La cifra de
la verdad!".
"Será mejor que vayas a dormir, culebra, que
quien duerme, come".
Con vosotros habla la Lima , roedores de obras ajenas, incapaces tal
vez de redactar un párrafo informativo, y encarnizados detractores de los
lunares de obras maestras. ¡Ojalá todos los poetas, los compositores, los
dramaturgos, los pintores, arquitectos y escultores que murieron
descorazonados, en la miseria quizás, por vuestra miserable miopía intelectual
y artística, os hubiesen replicado con Moratín:
"Tu
crítica majadera
De los
dramas que escribí,
Pedancio,
poco me altera;
Más
pesadumbre tuviera
Si te,
gustasen a ti".
Tribu de criticastros sin diploma, de majaderos, de
estériles, aguzad vuestros colmillos, y morded a los que os responden con
Hoarcio:
"Exegi
monumentum aere perennius".
"Nuestras obras son monumentos de cobre, de
bronce, de acero, de diamante".
1.087.1 Daimiles
(Ham) - 017
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