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lunes, 9 de diciembre de 2013

Una carrera inacabada

James Burne Worson era un zapatero que vivía en Leamington, en el condado de Warwickshire, Ingla­terra. Tenía un pequeño taller en uno de los caminos poco transitados que confluían en la carretera que llevaba a Warwick. En su humilde actividad se le consideraba un hombre honrado, aunque como mu­chos otros de su clase en los pueblos ingleses era muy aficionado a la bebida. Cuando estaba ebrio era capaz de hacer las apuestas más alocadas. En una de aquellas ocasiones, demasiado frecuentes, hizo alarde de su habilidad como caminante y atleta, y el resultado fue una prueba contra la naturaleza. Por un soberano se comprometió a ir corriendo hasta Coventry y volver, una distancia de algo más de cuarenta millas. Esto ocurrió el tres de septiembre de 1873. Se puso en camino enseguida; el hombre con el que había hecho la apuesta, cuyo nombre no se recuerda, acompañado de Barham Wise, comerciante de paños, y Hamerson Burns, fotógrafo, le siguieron en una carreta.
Durante varias millas Worson marchó muy bien, con paso suelto y sin fatiga aparente, pues verdadera­mente tenía una gran resistencia y no iba lo suficien­temente ebrio como para menoscabarla. Los tres indi­viduos de la carreta se mantenían a corta distancia detrás de él, tomándole el pelo o animándole de vez en cuando, según el humor del momento. De repente, en medio de la carretera, a menos de doce yardas de donde ellos se encontraban con los ojos fijos en él, Worson dio un traspié y, desplomándose hacia delan­te, emitió un tremendo grito y desapareció. No llegó a caer al suelo; desapareció antes de rozarlo. Nunca se encontró ni rastro de él.
Después de dar vueltas por el lugar durante un tiempo sin saber qué hacer, los tres hombres regresa­ron a Leamington, donde contaron la asombrosa his­toria y fueron posteriormente arrestados. Pero tenían buena reputación, siempre se les había considerado sinceros, estaban sobrios en el momento del suceso y nunca se descubrió nada que desacreditara la exposi­ción que hicieron bajo juramento de su extraordinaria aventura, en relación a cuya verdad, sin embargo, la opinión pública apareció dividida a lo largo del Reino Unido. Si tenían algo que ocultar, su elección de los métodos es, con toda seguridad, una de las más sor­prendentes jamás realizadas por hombres cuerdos.

1.007. Briece (Ambrose)

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