Éranse un viejo y una
vieja. El viejo pidió un día:
-Cuéceme un kolobok[1],
mujer.
-¿Y con qué, si no tenemos
harina?
-¡Mujer!... Si rebañas por
la artesa y rebuscas por el granero, seguro que encontrarás algo.
La vieja pasó un plumerito
por la artesa, luego una escobilla por el granero, y juntó un par de puñados de
harina. Amasó la harina con crema, luego moldeó el kolobok, lo doró con mantequilla y lo puso en el poyo de la ventana
para que se enfriara.
El kolobok estuvo allí un rato, pero de pronto echó a rodar del poyo
de la ventana al banco que había debajo, del banco al suelo, por el suelo hacia
la puerta, desde allí al zaguán saltando el escalón del zaguán al porche, del
porche al patio, por el patio hacia el portón y luego camino adelante.
Iba el kolobok rodando, cuando se encontró con una liebre.
-¡Kolobok, kolobok, te voy a comer! -le dijo la liebre.
-No me comas, liebre
orejuda, y te cantaré una canción -contestó el kolobok, y se puso a cantar:
Por la artesa me rebañaron,
Por el granero me escobillaron,
Con crema me amasaron,
Con mantequilla me doraron
Y en la ventana me enfriaron.
Pero me escapé del abuelito,
Me escapé de la abuelita,
Conque también de ti escaparé...
El kolobok siguió rodando, tan de prisa, que la liebre se quedó como
quien ve visiones...
Rodaba el kolobok, cuando se encontró con un lobo.
-¡Kolobok, kolobok, te voy a comer!
-No me comas, lobo gris, y
te cantaré una canción:
Por la artesa me rebañaron,
Por el granero me escobillaron,
Con crema me amasaron,
Con mantequilla me doraron
Y en la ventana me enfriaron.
Pero me escapé del abuelito,
Me escapé de la abuelita,
Luego de la liebre me escapé,
Conque también de ti escaparé...
El kolobok siguió rodando, tan de prisa, que el lobo se quedó como
quien ve visiones...
Iba el kolobok rueda que te rueda, cuando se encontró con un oso.
-¡Kolobok, kolobok! Te voy a comer.
-¡Que se te quite de la
cabeza, patizambo!
Por la artesa me rebañaron,
Por el granero me escobillaron,
Con crema me amasaron,
Con mantequilla me doraron
Y en la ventana me enfriaron.
Pero me escapé del abuelito,
Me escapé de la abuelita,
Luego de la liebre me escapé,
Y del lobo después.
Conque también de ti escaparé...
Y de nuevo echó a rodar, tan
de prisa, que el oso se quedó como quien ve visiones...
Iba el kolobok rodando, rodando, cuando se encontró con una zorra.
-Hola, kolobok -le dijo la zorra. ¡Qué bonito eres!
Y el kolobok se puso a cantar:
Por la artesa me rebañaron,
Por el granero me escobillaron,
Con crema me amasaron,
Con mantequilla me doraron
Y en la ventana me enfriaron.
Pero me escapé del abuelito,
Me escapé de la abuelita,
Luego de la liebre me escapé,
Y del lobo después.
Igual que del oso escapé.
Conque también de ti escaparé...
-¡Qué linda canción!
-exclamó la zorra-. Pero, como ya estoy vieja no oigo muy bien. ¿No querrías
cantármela otra vez, más fuerte, sentado en la punta de mi hocico?
El kolobok se subió a la punta del hocico de la zorra y cantó la misma
canción.
-Gracias, kolobok. Es una canción preciosa. ¿No
querrías cantármela otra vez, sentado en mi lengua?
La zorra sacó la lengua, el
kolobok se sentó en ella como un
tonto y la zorra, ¡zas!, se lo comió.
Cuento popular ruso
1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)
[1]Kolobok: Panecillo redondo. Por extensión, cualquier objeto
esférico. Incluso se aplica a una persona regordeta.
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