Iba una vez
un hombre por un camino y se encontró al Sol, al Hielo y al Viento. Al cruzarse
con ellos dijo:
-Alabado
sea.
-¿A quién
habrá saludado?
El Sol dijo
que le había saludado a él para que no le quemara demasiado.
El Hielo
dijo que le había saludado a él porque le tenía más miedo a él que al Sol.
-¡Estáis
mintiendo! ¡Eso no es verdad! -exclamó al fin el Viento-. Ese hombre me ha
saludado a mí y no a vosotros.
Empezaron a
regañar, a insultarse, y por poco llegan a las manos.
-Puesto que
no nos ponemos de acuerdo, lo mejor será que le demos alcance y le preguntemos
a él a quién ha saludado.
Así lo
hicieron, y el hombre contestó:
-He
saludado al Viento.
-¿Lo veis?
Ya os decía yo que me había saludado a mí.
-¡Ah! ¿Sí?
Pues espera un poco y verás qué pronto te pongo colorado como un cangrejo. ¡Te
vas a acordar de mí! -dijo el Sol.
Pero el
Viento intervino:
-No temas,
que no te quemará porque yo soplaré y le enfriaré.
Pues,
entonces, yo a ti te dejo congelado, bribón -exclamó el Hielo.
-No temas,
muchacho, porque yo no soplaré y él no podrá hacerte nada. Si no sopla el
Viento, nada se congela.
Cuento popular ruso
1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)
Menciona 3 razones por las que este texto corresponde a un texto narrativo
ResponderEliminar