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domingo, 26 de enero de 2014

Una fantasía del doctor ox - Cap. XII

En el cual el ayudante Igeno emite una opinión razonable que el doctor Ox rechaza con viveza

-¡Y bien, maestro! -decía al día siguiente el ayudante Igeno, echando cubos de ácido sulfúrico en la tina de sus enormes pilas.
-¡Y bien! -respondió el doctor Ox. ¿No tenía yo razón? ¡Ve usted en qué consiste, no tan sólo el desarrollo físico de toda una nación, sino también su moralidad, su dignidad, sus talentos, su sentido político! ¡No es más que una cuestión de moléculas...!
-Sin duda, pero...
-¿Pero qué?
-¿No le parece que las cosas han llegado muy lejos y que no conviene excitar a esa pobre gente más de lo necesario?
-¡No! ¡No! -exclamó el doctor. ¡No! Iré hasta el fin.
-Como guste, maestro; pero el experimento me parece concluyente, y creo que ya es tiempo de...
-¿De qué?
-De cerrar la llave.
-¡Cómo! -gritó el doctor Ox. ¡Si hace usted semejante cosa lo estrangulo!

1.016. Verne (Julio)

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