Había
una vez una Cucarachita Mandinga qu estaba barriendo las gradas de la puerta de
su casita, y se encontró un cinco.
-Cucarachita Mandinga ¿por qué estás tan triste? -Porque Ratón Pérez se cayó entre la olla, y
-Pues yo por ser rey, me quitaré mi corona. -Porque Ratón Pérez se cayó entre la olla,
y
se quitó su alar,
la reina se cortó una pierna, y yo por ser rey,
me quité la corona.El río dijo:
-Pues yo por ser río, me tiraré a secar. -Porque Ratón Pérez se cayó en la olla,
y
se quitó su alar, la reina se cortó una pierna, el rey se quitó su corona y yo por ser río,
me tiré a secar... -Porque Ratón Pérez se cayó entre la olla, y
se quitó su alar, la reina
se cortó una pierna,
el rey
se quitó la corona,
el río se tiró a secar y nosotras por ser negras, quebramos los cántaros. -Pues yo por ser viejito, me degollaré. -¡Por jartón, por jartón, por jartón se cayó entre la olla!
Se puso a pensar en qué emplearía el cinco.
-¿Si compro un cinco de colorete? -No, porque no
me luche.(luce)
¿Si compro un sombrero? -No, porque no me luche.
¿Si compro unos aretes? -No, porque no me luche. ¿Si compro un cinco de cintas?
-Sí, porque sí me luchen.
Y se fue para las tiendas y compró un cinco de
cintas; vino y se bañó, se empolvó, se peinó de pelo suelto, se puso un lazo en
la cabeza y se fue a pasear a la Calle de la Estación. Allí
buscó asiento.
Pasó un toro y viéndola tan compuesta, le dijo:
-Cucarachita Mandinga, ¿te querés casar conmigo?
La Cucarachita le contestó: - ¿Y cómo hacés de
noche?
-¡Mu....mu........!
La Cucarachita se tapó los oídos:
-No, porque me chutás.(asustás)
Pasó un perro e hizo la misma proposición.
-Y cómo hacés de noche? -le preguntó la
Cucarachita.
-¡Guau....guau....!
-No, porque me chutás.
Pasó un gallo: -Cucarachita Mandinga, ¿te querés
casar conmigo?
-¿Y cómo hacés de noche?
-¡Qui qui ri quí!....
-No, porque me chutás.
Por fin pasó el Ratón Pérez.
A la Cucarachita se le fueron los ojos al verlo:
Parecía un figurín, porque andaba de leva, tirolé
y bastón.
Se acercó a la Cucarachita y le dijo con mil
monadas:
-Cucarachita Mandinga, ¿te querés casar conmigo?
-¿Y cómo hacés de noche?
-¡I, i, iii...!
A la Cucarachita le agradó aquel ruidito, se
levantó de su asiento y se fueron de bracete.
Se casaron y hubo una gran parranda.
Al día siguiente la Cucarachita, que era muy
mujer de su casa, estaba arriba desde que comenzaron las claras del día
poniéndolo todo en su lugar.
Después de almuerzo puso al fuego una gran olla
de arroz con leche, cogió dos tinajas que colocó una sobre la cabeza y otra en
el cuadril, y se fue por agua.
Antes de salir dijo a su marido: -Véame el fuego
y cuidadito con golosear en esa olla de arroz con leche.
Pero apenas hubo salido su esposa, el Ratón Pérez
le pasó el picaporte a la puerta y se fue a curiosear en la olla. Metió una manita
y le sacó al punto: -¡Carachas! ¡Que me quemo!
-Metió la otra: ¡Carachas! ¡Que me quemo! -Metió
una pata: -¡Carachas! ¡Que me quemo! -Metió la otra pata y salió bailando de
dolor: -¡Demontres de arroz con leche, para estar pelando! -Pero como eran
muchas las ganas de golosear, acercó un banco al fuego y se subió a él para
mirar dentro de la olla...!
El arroz estaba hierve que hierve, y como la
Cucarachita le había puesto queso en polvo y unas astillitas de canela, salía
un olor que convidaba.
Ratón pérez no pudo resistir y se inclinó para
meter las narices entre aquel vaho que olía a gloria. Pero el pobre se
resbaló.... y cayó dentro de la olla.
Volvió la Cucarachita y se encontró con la puerta
atrancada. Tuvo que ir a hablarle a un carpintero para que viniera a abrirla.
Cuando entró, el corazón le avisaba que había pasado una desgracia. Se puso a
buscar a su marido por todos los rincones. Le dieron ganas de asomarse a la
olla de arroz con leche.... y ¡Va viendo! ... a su esposo bailando en aquel
caldo.
La pobre se puso como loca y daba unos gritos que
se oían en toda la cuadra.
Los vecinos la consideraban, sobre todo al pensar que estaba
tan recién casada. Mandó a traer un buen ataúd, metió dentro de él al difunto y
lo colocó en media sala. Ella se sentó a llorar en el quicio de la puerta.
Pasó una palomita que le preguntó:
La Cucarachita le respondió:
La palomita le dijo:
Llegó la palomita al palomar
que al verla sin una alita , le preguntó: -Palomita, ¿por qué te cortaste una
alita?
Entonces el palomar dijo:
Pasó la reina y le preguntó:
-Palomar, ¿por qué te quitaste
el alar?
La reina dijo:
Llegó la reina renqueando donde
el rey, que le preguntó:
-Reina, ¿por qué te cortaste
una pierna?
Pasó el rey sin corona por donde
el río, que le preguntó:
-Rey, ¿por qué vas sin corona?
Llegaron unas negras al río a
llenar sus cántaros y al verlo seco, le preguntaron:
-Río, ¿por qué estás seco?
-Pues nosotras por ser negras,
quebramos los cántaros.
Pasaba un viejito, quien al ver
a las negras quebrar sus cántaros, les preguntó:
-¿Por qué quebráis los
cántaros?
El viejito dijo:
Y se degolló.
Entre tanto llegó la hora del
entierro.
La Cucarachita quiso que fuera
bien rumboso e hizo venir músicos que iban detrás del ataúd tocando. Los
violines y los violones decían:
Y me meto por un huequito y me
salgo por otro para que ustedes me cuenten otro.
1.040. Lyra (Carmen)
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