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sábado, 4 de enero de 2014

El musico maravilloso

Había una vez un maravilloso músico, que andaba completamente solo por un bosque y pensaba en montones de cosas, y cuando ya no tuvo en que más pensar, se dijo a sí mismo, 
-"El tiempo y la soledad comienzan a pasar pesadamente conmigo aquí en el bosque, necesitaré hacerme de una buena compañía para mí."
 Entonces él tomó su violín de su espalda, y lo empezó a tocar de modo que  resonara por entre los árboles. No pasó mucho rato  antes de que un lobo viniera trotando por la espesura hacia él. 
-"¡Ah, aquí viene un lobo! ¡Él no es de mi complacencia!" -dijo el músico.
Pero el lobo vino más cerca y le dijo, 
-"Ah, querido músico, qué maravillosamente tocas. Me gustaría aprender a hacerlo yo también."
-"Eso se aprende rápido" -contestó el músico, "solamente debes de hacer todo lo que yo te pida."
-"¡Ah, músico!" -dijo el lobo, "te obedeceré como un alumno  obedece a su maestro."
El músico lo pidió que lo siguiera, y cuando ya habían caminado  parte del camino juntos, llegaron a un viejo roble que estaba hueco por dentro, y partido al medio. 
-"Mira" -dijo el músico, "si vas a aprender a tocar violín, pon las patas delanteras en esta grieta."
 El lobo obedeció, pero el músico rápidamente recogió una piedra y con un rápido golpe acuñó sus dos patas tan firmemente que el lobo quedó obligado a quedarse allí preso. 
-"Permanece allí hasta que yo vuelva" - dijo el músico, y se alejó  por el camino.
Al cabo de un rato, otra vez se dijo él mismo, 
-"El tiempo y la soledad comienzan a pasar pesadamente conmigo aquí en el bosque, atraeré aquí a otro compañero"  y tomó su violín y otra vez lo tocó en el bosque. 
No pasó mayor tiempo antes de que un zorro viniera caminando  entre los árboles hacia él. 
-"¡Ah, está llegando un zorro!" -dijo el músico. "¡Tampoco lo deseo de compañero!"
 El zorro se le acercó y le dijo, 
-"¡Ah, querido músico! ¡En que forma maravillosa tocas ese violín! Me gustaría aprender a hacerlo yo también."
 -"Eso se aprende rápido" -contestó el músico, "solamente debes de hacer todo lo que yo te pida."
 -"¡Ah, músico!" -dijo el zorro, "te obedeceré como un alumno  obedece a su maestro."
-"Sígueme" -dijo el músico."
Y cuando ya habían andado una parte del camino, llegaron a un angosto sendero, con arbustos altos a ambos lados. Allí el músico se paró, y de un lado inclinó un joven arbusto color de avellana hacia la tierra, y lo sostuvo poniéndole su pie por encima, y del otro lado también inclinó un árbol joven, y dijo,
 -"Ahora zorrito, si vas a aprender a tocar violín, dame la pata izquierda delantera."
El zorro obedeció, y el músico sujetó su pata a la rama izquierda. -"Ahora zorrito" -dijo él, "me alcanzas tu pata derecha", y la ató a la rama derecha. 
Cuando el músico había examinado que ambas patas del zorro estaban bien sujetas, soltó las ramas de sus pies y los arbustos se enderezaron de nuevo, dejando al pobre zorro suspendido en el aire. 
-"Espera aquí hasta que yo vuelva otra vez" -dijo el músico, y siguió su camino.
Al cabo de un rato, otra vez se dijo él mismo, 
-"El tiempo y la soledad comienzan a pasar pesadamente conmigo aquí en el bosque, así que atraeré aquí a otro compañero"  y tomó su violín y otra vez lo tocó en el bosque. 
Entonces una pequeña liebre vino saltando hacia él. 
-"¿Por qué viene una liebre?" -dijo el músico, "no la quiero."
-"¡Ah, querido músico! ¡Qué manera tan maravillosa de tocar ese violín! Me gustaría aprender a hacerlo yo también,"- le dijo la liebre.
 -"Eso se aprende rápido" -contestó el músico, "solamente debes de hacer todo lo que yo te pida."
 -"¡Ah, músico!" -respondió la liebre, "te obedeceré como un alumno obedece a su maestro."
-"Sígueme" -dijo el músico."
Y así siguieron una parte del camino juntos hasta que llegaron a un espacio abierto en el bosque, donde había un árbol de álamo. El músico ató una cuerda larga alrededor del cuello de la pequeña liebre y el otro final lo sujetó al árbol. 
-"¡Ahora, rápidamente, liebrecita, gira veinte veces alrededor del árbol!" - gritó el músico.
La pequeña liebre obedeció, y cuando ya había girado las veinte veces, la cuerda se había enroscado totalmente alrededor del tronco del árbol, y la pequeña liebre quedó atrapada. Y la dejó que se moviera lo que quisiera, pero eso sólo hizo que se le maltratara su sensible cuello. 
-"Espérame aquí hasta que yo vuelva" -dijo el músico, y se fue por el camino. 
El lobo, mientras tanto, había empujado, tirado y mordido la piedra, y había trabajado con empeño y por tanto tiempo que logró poner sus pies en libertad y los sacó de la hendidura del tronco. Lleno de cólera y rabia se apresuró a ir detrás del músico para tratar de  despedazarlo. 
Cuándo el zorro vio al lobo correr, comenzó a lamentarse, y gritó  con toda su fuerza, 
-"¡Lobo hermano, ven en mi ayuda, que el músico me ha engañado!" 
El lobo dobló hacia abajo el pequeño árbol y mordió la cuerda, liberando así al zorro quien fue con él para tomar parte en la venganza contra el músico. 
En seguida encontraron a la liebre atada, a quien igualmente ellos liberaron, y luego todos juntos fueron a buscar al traidor.
El músico había tocado una vez más su violín más adelante en su camino, y esta vez había sido más afortunado. El sonido alcanzó los oídos de un pobre leñador, que al instante, sin pensarlo dos veces, dejó su trabajo y vino con su hacha bajo el brazo para escuchar la música. 
-"Por fin viene el compañero adecuado" -dijo el músico, "ya que yo buscaba a un ser humano, y no a una bestia salvaje."
Y él comenzó a tocar tan maravillosamente y deliciosamente que el pobre hombre estuvo de pie allí como encantado, y su corazón saltaba con alegría.
Y mientras él estaba así de pie, el lobo, el zorro, y la liebre llegaron, y él vio muy bien que ellos traían alguna mala intención. Entonces  levantó su hacha brillante y se colocó delante del músico, como queriendo decir, 
-"¡A quienquiera que busque tocarlo, le advierto, tendrá que vérselas conmigo!"-
Entonces las bestias se aterrorizaron y retrocedieron corriendo hacia el bosque. El músico, sin embargo, tocó una vez más al hombre en agra-decimiento, y luego siguió adelante su camino.  

1.018. Grimm (Jacob y Wilhem)

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