“Operadora. ¿Puedo ayudarlo?”. Dice una voz de
mujer.
“Comuníqueme con el Hotel
Slavyansky Bazaar”
“Conectando”
Después de tres minutos escucho
un repique... Pego el auricular a mi oreja y oigo un sonido de un carácter todavía
indeterminado; como el viento soplando, u hojas secas dispersándose por el
piso... Alguien parece estar susurrando.
“¿Tiene habitaciones disponibles?
Le pregunto.
“Nadie está en casa”, replica
vacilante una pequeña voz infantil. “Mami y papi fueron a ver a Serpahima Petrovna
y Louisa Frantevna ha contraído gripe”.
“¿Y quien eres tú? ¿Eres del
Hotel Slavyansky Bazaar?”
“Soy Seryozha. Mi papi es doctor.
Ve a las personas por la mañana”
“Ah. Escucha dulzura, No necesito
un doctor. Quiero el Slavyansky Bazaar”
“¿Qué Bazaar?” (Risa) “¡Ahora sé quien eres. Eres Pavel
Andreich. Nos llegó carta de Katya!” (Risa).
“Ella va a casarse con un
oficial. ¿Cuándo vas comprarme algunos pantalo-nes?“
Cerré el teléfono y después de
diez minutos intenté de nuevo.
“Con el Slavyansky Bazaar”
“¡Al fin!” replica una voz ronca,
grave. “¿Está Fuchs contigo?”
“¿Quien en la tierra es Fuchs? Yo
quiero el Hotel Slavyansky Bazaar.”
“Estás hablando con el Slavyansky
Bazaar. ¡Eso es maravilloso! Podemos concluir todos nuestros negocios hoy.
Estaré aquí. Hazme un favor y ordéname una porción de esturión condimentado con
especias.
Todavía no he almorzado”
“Phhh. ¡Sabrá Dios lo que está
pasando!” pensé, y una vez más abandoné el teléfono. “Quizás no sepa realmente
cómo usar un teléfono, y me esté confundiendo. Espera un minuto. Déjame pensar
cuidadosamente la manera de hacerlo.
Primero hay que darle la vuelta a
esta cosa, luego se descuelga este objeto y se coloca en la oreja...
Luego... ¿Qué es lo siguiente?
Tienes que colgar esta cosa en este lado y luego debes darle la vuelta al discado
tres veces. Me parece que es justo lo que he estado haciendo.
Disco otra vez. No hay repuesta.
Marco con una especie de furia, aún arriesgándome a romper el aparato.
“¿Con quien hablo?” Le grito al
teléfono. “Hable más fuerte”.
“Timothi Vaksin e hijos.
Manufacturas de...”
“Gracias, muchas gracias. No
necesito ninguno de sus productos.”
“¿Es Sitchov? Mitchell ya nos
dijo que...”
Cuelgo y una vez más me someto a
una revisión cuidadosa. ¿Puedo estar haciendo todo en forma incorrecta? Leo las
instrucciones nueva-mente, me fumo un cigarrillo y trato luego nuevamente. No
hay respuesta.
“Supongo que los teléfonos del
Slavyansky Bazaar deben estar fuera de servicio”. Pienso dentro de mí.
“Trataré en cambio con La Ermita.”
Leo cuidadosamente las
instrucciones sobre como obtener mejores resultados con la centralita, y luego disco.
“Comuníqueme con La Ermita ”. Disparo al máximo
de mi voz. “LA ER-MI -TA”
Se van cinco minutos. Diez
minutos. Mi resistencia está cercana al punto de ruptura, luego súbitamente,
¡Hurra! Escucho que repica.
“¿Quien está ahí?
“Es la centralita”
“¡Prrrrr! Deme La Ermita. ¡Por el bien de
Cristo!
“¿Fereynah?”
“LA ER - MI - TA“
“Tratando de conectarlo”
Por fin parece que mis
sufrimientos están llegando a su final. Estoy a punto de sudar.
Suena la campanilla. Me acerco la
bocina y chillando dentro de ella. “¿Tiene una habitación sencilla?”
“Mami y papi fueron a ver a
Serpahima Petrovna y Louisa Frantevna ha contraído gripe”. Nadie está en casa.
“¿Eres Seryozha?”
“Soy yo -¿Quien está ahí?” (Risa). “¿Pavel Andreich?. ¿Porqué no
viniste ayer en la tarde?” (Risa) “
Papi nos dio un farol chino. Lo
puso en el sombrero de Mami y pretendió ser Avdotya Nikolaevna...”
Repentinamente, la voz de
Seryozha desaparece y desciende el silencio. Me quito el auricular y disco durante
tres minutos sin parar, hasta que mis dedos me empiezan a doler. Disparo dentro
de la máquina: “
¡Con La Ermita ! “El restaurante de
la plaza Trubniy. ¿Puede oírme o no?”
“Ciertamente. Puedo escucharlo
señor. Pero esta no es La
Ermita. Este es el Slavyansky Bazaar.”
“¿Es realmente el Slavyansky
Bazaar?”
“En efecto, señor- El Slavyansky
Bazaar a su servicio”
“Vaya. No puedo entenderlo.
¿Tiene habitaciones disponibles?
“Chequearé para usted en un
momento, señor”
Pasa un minuto. Pasan varios
minutos. A través del auricular pasa un ligero sonido lluvioso.
“Dígame. ¿Tiene habitaciones
libres o no?”
“¿Qué es lo que desea
exactamente?” Me pregunta una voz de mujer.
“¿Es el Slavyansky Bazaar?”
“Esta es la centralita. ¿Como
puedo ayudarlo?
(Continuación ad infinitum)
1.014. Chejov (Anton)
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