Ante el juez está un mujik pequeño y extremadamente
escuálido, vestido con una camisa de abigarradas colores y con unos calzones
remendados. Su rostro velludo, comido de picaduras, y sus ojos apenas visibles
bajo las espesas y colgantes cejas, tienen una expresión de gravedad taciturna.
Sobre la cabeza lleva todo un gorro de pelo enmarañado que no ha sido peinado
hace tiempo y que le da un aspecto de severa araña. Está descalzo.
-¡Denis Grigoriev! -empieza a
decir el juez- ¡Acércate y contesta a mis preguntas!... El día siete de este
mes de julio, el guardavía, Iván Semion Akinfov, en su recorrido matinal de la
línea y en la versta ciento cuarenta y uno ce sorprendió destornillando la
tuerca del riel. ¡He aquí la tuerca!.. Cuando se detuvo, estabas en posesión de
dicha tuerca. ¿Fue o no fue así?
-¿Qué?...
-¿Ocurrió todo según lo explica
Akinfov?
-¡Claro que ocurrió!
-Bien... ¿Y para qué
destornillabas esa tuerca?
-¿Qué?...
-¡Basta de ques y contesta a lo que se te
pregunta! ¿Para qué destornillabas la tuerca?
-¡Si no hubiera habido
necesidad..., no la habría destornillado!... -dijo Denis con voz ronca y
mirando de reojo el techo.
-¿Y para qué necesitabas la
tuerca?
-¿La tuerca?... Con las tuercas
nosotros hacemos pesos.
-¿Y quiénes son
"nosotros"?
-¿Nosotros?... ¡Pues la gente!...
¡Los mujiks de Klim!...
-¡Oye, hermano! ¡No te hagas el
idiota y contesta juiciosamente! ¡No vengas aquí mintiendo con eso de los pesos!
-¡Desde mi nacimiento que no he
mentido..., y ahora resulta que miento!... -masculla Denis parpadeando.
¿Acaso, señoría, puede uno hacer algo sin peso?... ¿Acaso se va a ir el gancho
a fondo..., si uno quiere colgarle algo..., o si no lleva peso? ¡Que miento!...
-Denis sonríe sarcástico-. ¿Acaso va a estar mecido el diablo en el cebo para
tenerlo tieso?... ¡Hay peces..., como el okuñ o la schuka,
que están muy hondos!...,
¡Flotar..., solo flota el schilispei..., pero en nuestro río no hay schilispei!...
¡Ese es un pez que le
gusta ir muy ancho!...
-¿Y para qué me cuentas todo eso
de los schilispei?
-¿Qué?... ¿Pues no me lo está
usted preguntando?... ¡Si hasta los mismos señores pescan así!... ¡Si ni el más
mocoso iría a pescar sin peso!... ¡Claro que el que no sepa... se iría a pecar
sin peso!... ¡A un tonto no le vale ninguna ley!
-Dices entonces que
desatornillaste esta tuerca para utilizarla como peso.
-¿Y cómo no? ¡No la iba a coger para
jugar!
-Para peso podías, haber cogido
una bala, un poco de plomo o un clavo cualquiera...
-¡El plomo no anda tirado por el
camino... y un clavo no sirve! Mejor que la tuerca, ¿qué va uno a encontrar?...
Pesa y tiene un agujero.
-¡Miren cómo se hace el tonto!
Parece enteramente que ha nacido ayer o que se ha caído de un guindo... ¿Es que
no comprendes, cabeza de chorlito, las consecuencias que podía haber traído ese
destornillamiento?... ¿Que de no haber reparado en él el guardavía, podía haber
descarrilado el tren y podía haber habido muertes?... ¡Tú hubieras sido
entonces el que matara a esa gente!
-¡Dios nos libre, señoría!... ¿Para
qué matar?... ¿Acaso no está uno bautizado o es uno un criminal? A Dios
gracias, buen caballero, ya lleva uno vivido bastante..., y de eso de matar...
¡ni siquiera le ha pasado a uno por la cabeza! ¡Dios nos libre!... ¡Virgen
Santísima!...
-¿Y por qué entonces, según tú,
ocurren los descarrilamientos?... Se destornillan dos o tres tuercas ¡y ya
tienes ahí el descarrilamiento!...
Denis sonríe con sarcasmo e
incredulidad y mira al juez guiñando los ojos.
-¡Vaya!... ¡Tantos años que lleva
el pueblo destornillando tuercas y Dios guardándole a uno, y ahora que si el
descarrilamiento..., que si matar a la gente!... Si yo..., pongo por caso...,
hubiera levantado un riel..., o plantado un tronco en mitad de la vía...,
entonces puede ser que el tren se hubiera desmandado..., pero que porque uno...
una tuerca...
-¿Pero no comprendes que con las
tuercas se sujetan los rieles?
-¡Eso ya lo comprende uno!...
¡Por eso no las destornillamos todas! ¡Dejamos muchas!... ¡No lo hace uno
así..., a lo tonto!... ¡Comprendemos!...
Y Denis, que bosteza, traza una
cruz sobre su boca.
-El año pasado, en este lugar,
descarriló el tren -dice el juez- y ahora queda aclarado el porqué.
-¿Cómo manda usted?...
-Digo que ahora se explica porqué
el año pasado hubo aquí un descarrila-miento. ¡Ahora lo entiendo!
-¡Pa'eso son ustedes instruidos!
¡Pa'entenderlo todo, bienhechores nuestros!... ¡Ya sabe el Señor a quién da
conocimiento!... Ahora que... usted aquí juzga el porqué y el porqué no...,
mientras que el guardavía, que es un mujik tal como uno que no tiene
comprensión..., te agarra por el cuello y te lleva...
¡Primero hay que juzgar a la
gente, luego llevársela!... ¡Cuando se dice mujik... es porque así tiene uno la
inteligencia!... ¡Y puede apuntar también que me pegó dos veces en la cara y
una en d pecho!
-En tu casa, cuando se hizo el
registro, se encontró otra tuerca más. ¿Cuándo y en qué sitio la
destornillaste?
-¿Qué tuerca dice usted?... ¿La
que estaba debajo del baulillo colorado?
-No sé dónde estaba; lo que sé es
que la encontraron. ¿Cuándo la destornillaste?
-Yo no la destornillé. Me la dio
Ignaschka, el hijo de Semion el tuerto... ¡Hablo de la que estaba debajo del
baulillo..., que la que estaba en el patio, en el trineo, la destornillé con
Mitrofan!...
-¿Qué Mitrofan?
-Mitrofan Petrov. ¿Acaso no le ha
oído usted nombrar?... Hace las redes y se las vende a los señores.
Necesita muchas tuercas de
esas... ¡Cada red le lleva por lo menos diez!...
-¡Oye!... El artículo mil ochenta
y uno del Código penal dice: "Todo desper-fecto cometido intencionadamente
contra el ferrocarril, cuando constituya peligro para dicho medio de
locomoción, ejecutado por el culpable con conocimiento de que sus consecuencias
pueden resultar una catástrofe."
¿Comprendes?... ¡Tú eso lo
sabias! ¡No podías dejar de saber a qué conducen esos destornillamientos!...
"Está castigado con el
destierro y los trabajos forzados."
-¡Claro! ¡Usted tiene que saber
eso mejor!... ¡Uno tiene más cerrada la mollera! ¿Acaso entiende uno de algo?
-¡Lo entiendes perfectamente!
¡Estás mintien-do y fingiendo!
-¿Y pa'qué iba a mentir?... Pregunte por
toda la aldea si no me cree..., ¿qué pez le va a uno a picar sin el peso?...
-Bien... ¿Es que vas a empezar a
contarme más cosas de los schilispei? -sonríe el juez.
-¡Si en nuestras tierras no hay schilispei!...
¡Si cuando uno va a
pescar con mariposas a flor de agua y sin peso... lo más que saca es un pez
golav... y pa’eso... muy rara vez!
-Bueno, cállate ya.
Se hace un silencio. Denis se
apoya tan pronto en un pie como en otro, mita a la mesa forrada de paño verde y
parpadea mucho como si en lugar de una tela fuera el sol lo que tiene delante.
El juez escribe deprisa.
-¿Puedo irme? -pregunta Denis
después de un cono silencio.
-No. Tengo que ponerte bajo
vigilancia y mandarte al calabazo.
Denis cesa de parpadear y
arqueando las espesas cejas mira interrogativa-mente al funcionario.
-¿Cómo al calabozo, señoría?...
¡No tengo tiempo!... ¡He de ir a la feria!... ¡Egor tiene que pagarme tres
rublos por el tocino!
-¡Calla y no me molestes!
-¡Al calabozo!... ¡Si al menos
hubiera motivo, uno iría, pero así porque sí!... ¿Por qué culpa?... ¡Si no he
robado y si al paraca... no me he pegado!... Porque si su señoría se refiere al
tributo... no tiene que creer al starasta... ¡No tiene alma de cristiano ese starasta!...
-¡Pero si estoy codo el tiempo
callado!... -masculla Denis. ¡Lo que pasa es que el starasta
le ha metido un embuste y esto yo..., hasta por
juramento!... ¡Mire..., somos tres hermanos: Kuzma Grigoriev, Egor Grigoriev y
yo, Denis Grigoriev!...
-Me inoportunas... ¡Eh!...
¡Semion! -llama en voz bajad juez- ¡Llevárselo!
-¡Somos tres hermanos!...
-masculla Denis cuando dos robustos soldados le sacan del cuarto, ¡Pero el
hermano no tiene que pagar por el hermano!... ¡Kuzma no paga y tú, Denis, vas a
tener que responder por él!... ¡Vaya jueces!... ¡Lástima que haya muerto el
difunto señor general, que en paz descanse!... ¡Si no... ya hubiera hecho él
ver a los jueces! ¡Hay que saber juzgar... y no juzgar así porque sí!... ¡Bueno
que le azoten a uno... pero que sea por algo..., por alguna acción! ¡Por
conciencia!...
1.014. Chejov (Anton)
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