Iban de
camino un barin y un campesino.
-¿De
dónde vienes, buen hombre?
-De muy
lejos, mi señor.
-¿Pero de
dónde?
-De la
ciudad de Rostov, mandado por mi amo, el barin Tolstov.
-¿Y es
grande la ciudad?
-No me
paré a calcular.
-¿Y
recia?
No me
peleé con ella.
-¿A qué
fuiste a Rostov?
-A una
compra importante: por una medida de guisantes.
-Buena
cosa...
-Sí, pero
no demasiado.
-¿Y eso?
-Porque
iba borracho y los guisantes se desparramaron.
-Mala
cosa...
-Sí, pero
no demasiado.
-¿Y eso?
-Porque
desparramé una medida y luego recogí dos.
-Buena
cosa...
-Sí, pero
no demasiado.
-¿Y eso?
-Porque
los sembré a voleo y fueron pocos los que salieron.
-Mala
cosa...
-Sí, pero
no demasiado.
-¿Y eso?
-Porque
los que salieron estaban bien granados.
-Buena
cosa...
-Sí, pero
no demasiado.
-¿Y eso?
-Porque
los cerdos del cura vinieron a comérselos y los pisotearon todos.
-Mala
cosa...
-Sí, pero
no demasiado.
-¿Y eso?
-Porque
yo maté a los cerdos del cura y llené dos orzas de carne salada.
-Buena
cosa...
Buena
cosa... Mala cosa...
-Sí, pero
no demasiado.
-¿Y eso?
-Porque
vinieron a robar la carne los perros del cura y me la robaron toda.
-Mala
cosa...
-Sí, pero
no demasiado.
-¿Y eso?
-Porque
yo a los perros los maté y con su piel le hice un abrigo a mi mujer.
-Buena
cosa...
-Sí, pero
no demasiado.
-¿Y eso?
-Porque
el cura reconoció la piel y le quitó el abrigo a mi mujer.
-Mala
cosa...
-Sí, pero
no demasiado.
-¿Y eso?
-Lo malo
fue que me querellé con el cura. Me costó el juicio el caballo y la vaca
colorada. Y después de tanto trajín, me quedé sin nada al fin.
* * *
Erase un
barin que vivía en la ciudad. Vino a verle el alcalde de una de sus aldeas.
-¿Eres
tú, Vasili Petrov? -preguntó el barin.
-Sí,
barin, nuestro amo.
-¿Traes
carta de mi madre?
-No
traigo carta: traigo una esquela.
-¿Y qué
dice en ella?
-Pues que
en algo hemos ofendido a Dios, porque se ha roto vuestro cortaplumas.
-¿Y cómo
lo habéis roto?
-Al
desollar a vuestro alazán. Como el cortaplumas era muy pequeño, lo rompí sin
querer.
-¿Pero es
que mi alazán ha muerto?
-No, que
falleció.
-¿Qué es
eso de que falleció?
-No, si
no fue él quien falleció primero, sino vuestra mátushka, nuestro amo.
-¿Dices
que ha muerto mi madre?
-Fue cuando
se le prendió fuego al guarda Fomá el granero. Ella estaba entonces en el piso
alto de la casa de piedra. Entró una chispa por el ventanillo abierto, le pegó
en una pierna, la señora se cayó y así ocurrió.
-¿No
pudiste sujetarla, imbécil?
-iBarin,
nuestro amo! Con lo bien alimentada que anda, a cualquiera que le caiga encima
lo aplasta.
-A ti te
estaría bien empleado. ¿Y cómo dejó Fomá que el granero se llegara a incendiar?
-No, si
lo que se incendió primero no fue el granero, sino el molino nuevo.
-¿También
ha ardido mi molino nuevo?
-Sí,
barin, nuestro amo. En algo hemos ofendido a Dios.
-¿Qué ha
quedado del molino?
-El agua
y la muela grande. La muela se partió en cuatro, pero del fuego salió intacta.
¡Ah! También se quedó sin ojos un gato que miraba por el ventanuco. Pero,
aparte de cegar, no le ocurrió nada más.
-Y el
molino nuevo, ¿cómo se prendió fuego?
-No fue
en el molino donde prendió el fuego primero. Lo incendiaron unas pavesas que
saltaron cuando ardía la despensa.
-¿La
despensa también?
-También.
En algo hemos ofendido a Dios.
-De la
despensa, ¿quedó algo más que tizones?
-Quedaron
catorce garrafones. Les rompí el gollete a todos para saber cómo estaban las
bebidas: en unos estaba agria, en otros amarga y en los demás ni se podía
probar.
-¡Tú
estás borracho, animal!
-Pues no
hice más que probar.
-Otra
cosa: como alcalde, ¿le has cobrado a la gente lo que debe?
-Sí,
barin, nuestro amo.
-¿Cuánto
has cobrado a cada uno?
-Y a ése,
¿por qué tan poco?
-Porque
es viudo y paga la mitad.
-¿Y el
dinero? ¿Dónde está?
-Barin,
nuestro amo, ahora verá: iba por la calle y vi una taberna nueva al pasar. Por
un grosh pedí bebida y por el resto una rosquilla de las de tres kopeks para comer
algo.
Buena
cosa... Mala cosa...
-¡Imbécil!
¡Te has bebido ese dinero!
-No,
barin, nuestro amo: me lo he bebido y me lo he comido.
-¿Y la
harina? ¿La has recogido a los campesinos?
-Claro,
no faltaba más.
-¿Dónde
está?
-La tengo
repartida ya. Para usted y los cerdos, cincuenta medidas. Además, cuarenta para
el perro negro y para el amo, que es vuestro padre. Luego, para la cerda Galiama y vuestra madre Uliana, nuestra
ama, treinta medidas cumplidas. En cuanto a las veinte que quedaban, han sido
para las gallinas, las patas y vuestras hermanas pazguatas.
-¿Vas a
insultarlas?
-No,
barin. Es un dicho muy corriente.
-¿Fuiste
al mercado?
-Sí,
barin, siguiendo su mandado.
-¿Es
fuerte la venta?
-No probé
mis fuerzas con ella.
-¿Cómo se
vende la harina?
-En paquetes
y en sacos.
-Dicen
que has casado a tu hijo Fomka.
-Y con
razón lo dicen, barin.
-¿Es rica
la novia?
-Sí que
lo es, sí, señor.
-¿Qué
lleva de dote?
-Un gorro
con refajo, un bonete con mangas, una caja de hierro con candado de metal.
-¡Ya es
riqueza! ¿Y de imágenes sagradas?
-Una
pintada y otra en un pañuelo atada...
Cuento popular ruso
1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)
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