Un pobre mujik se fué al campo a labrar sin haber
almorzado. Llevaba una rebanada de pan que había cogido en su casa. Dejó la
rebanada al pie de un arbusto, la tapó con su caftán y comenzó la tarea. Se cansó
el caballo y el mujik tuvo hambre.
Entonces, dejó el arado, desunció al animal para que pastara y fué hacia el
arbusto, con intención de comerse el pan. Levantó el caftán, pero no encontró
la rebanada. La buscó por aquí y por allá, volvió el caftán, lo sacudió, pero
todo fué inútil: la rebanada no aparecía. Sorprendido, el mujik se dijo: "¡Qué cosa tan extraña! No he visto a nadie y,
sin embargo, alguien se ha llevado mi pan."
Mientras el mujik araba, un diablillo le había
robado la rebanada y, sentado tras del arbusto, esperó para ver si, en su ira;
iba a nombrar al diablo. El mujik se
entristeció:
-¡Qué le hemos de hacer!
No me moriré de hambre. Sin duda, el que se ha llevado mi pan lo necesitaba.
¡Que le aproveche, pues!
Después de decir estas
palabras, se dirigió al pozo, bebió agua, descansó unos momentos, unció al
caballo y reanudó su tarea.
El diablillo estaba
confuso, por no haber podido hacer pecar al mujik,
y fué a hablar con su jefe. Se presentó ante él y le contó cómo había robado el
pan al mujik y como éste, en lugar de
ponerse furioso, había dicho: "¡Que le aproveche, pues!" El jefe se
enfadó mucho.
-Si el mujik te ha vencido en este asunto, tú
mismo has tenido la culpa. Señal de que no has sabido manejarte. Ten en cuenta
que si los mujiks y sus mujeres toman
esa costumbre, no tendremos razón de existir. Esto no puede quedar así. Vuelve
a casa del campesino y gánate el pan. Si de aquí a tres años no lo has vencido,
te bañaré en agua bendita.
Asustado, el diablillo
volvió corriendo a la tierra y reflexionó sobre el modo de reparar su falta.
Tras de mucho cavilar, se le ocurrió lo que debía hacer. Se convirtió en un
hombre y entró al servicio del pobre mujik.
Le aconsejó que sembrara trigo en tierras pantanosas, previendo que el verano
iba a ser seco.
El mujik obedeció, y sembró trigo en las tierras pantanosas.
El sol ardiente quemó la
mies de los demás campesinos. En cambio, la del pobre mujik brotó densa y hermosa. Lealcanzó para alimentarse hasta la
nueva cosecha. El verano siguiente, el hombre aconsejó a su amo que sembrara
trago en las tierras altas; y precisamente aquel año fué lluvioso. Todos
perdieron la osecha, que se pudrió por la humelad; en cambio, el mujik recogió
trigo abundante y le sobró más que el año anterior. No sabía qué hacer con él.
Entonces, el hombre
enseñó al mujik a fabricar vodka. El mujik la hizo; empezó a beber y a
obsequiar a los demás.
El diablillo fué a ver a
su jefe, ante quien se alabó de haberse ganado su pan. El jefe fué a casa del
campesino para convencerse de ello, y vió que éste había invitado a los ricos
del pueblo para obsequiarlos con vodka. La dueña de la casa servía la bebida; y
sucedió que, al dar la vuelta a la mesa, tropezó y derramó el contenido de un
vaso.
Fuera de sí, el mujik
regañó a su mujer, diciendo:
-¡Tonta de todos los
diablos! ¿Acaso es agua de fregar, para que la derrames por los suelos?
El diablillo dió un
codazo a su jefe.
-¡Fíjate! Ahora sí que no
podría sufrir que le quitaran un pedazo de pan.
Después de haber reñido a
su mujer, el mujik empezó a servir a sus invitados. En aquel momento, entró un
mujik pobre, que venía de trabajar, y a quien no habían invitado. Saludó a
todos, se sentó y al ver que los demás bebían, sintió deseos de beber para
confortarse. Estuvo sentado largo rato tragando saliva; pero el dueño de la
casa no le ofreció nada. Y hasta murmuró:
-¿Acaso puede uno
fabricar vodka suficiente para obsequiar a todos?
Esto agradó al jefe de
los diablos. El diablillo no dejaba de alabarse
-Espera, aún habrá más.
Bebieron los mujiks.
ricos y bebió el dueño de la casa. Y empezaron a alabarse unos a otros,
dirigiéndose palabras
melosas. Tras de escuchar
un rato, el jefe de los diablos felicitó al diablillo.
-Esta bebida los vuelve
tan hipócritas, que se engañarán unos a otros y los tendremos a todos en
nuestras manos.
-Espera -replicó el
diablillo. Ahora verás lo que va a pasar. Aguarda a que beban otro vasito.
Ahora parecen unos zorros que mueven la cola al verse juntos y tratan de
engañarse; pero pronto se enfurecerán como lobos.
Los mujiks bebieron otro
vasito y se pusieron a gritar y a hablar de un modo grosero. En lugar de las
palabras melosas de antes, se dijeron injurias; y, fuera de sí, acabaron
pegándose y arañándose las narices. El dueño de la casa intervino también en
la pelea y recibió una serie de porrazos.
El jefe de los diablos
seguía mirando.
-Esto va muy bien -dijo,
muy complacido, al diablillo.
-Espera, aún habrá más.
Aguarda a que beban otro vasito. Ahora están enfurecidos como lobos; pero en
cuanto beban más, se pondrán como cerdos-replicó éste.
Los mujiks bebieron el
tercer vaso, y quedaron completamente atontados. Murmuraban palabras
ininteligibles y gritaban, sin saber lo que decían y sin escucharse unos a
otros.
Finalmente se separaron.
Cada cual se fué por su lado, unos solos, otros por parejas o por grupos de
tres; y todos cayeron, cuan largos eran, en las calles del pueblo. El dueño de
la casa salió a despedir a sus invitados y cayó de bruces en un charco, se
manchó de barro de pies a cabeza , y allí quedó tendido, gruñendo como un
cerdo.
Esto gustó aún más al
jefe de los diablos.
-Verdaderamente, has
inventado una magnífica bebida. Te has ganado el pan. Dime: ¿cómo has fabricado
ese brebaje? Sin duda has puesto en él, primero, sangre de zorro, y por eso
los mujiks se volvieron astutos como
ese animal; después, sangre de lobo, que los volvió crueles; y, por último,
sangre de cerdo, que los ha tran-sformado en puercos.
-No; no lo he hecho así -declaró
el diablillo. Me he limitado a hacer que ese mujik tuviera trigo de sobra. La sangre de esas fieras ha estado
siempre en el hombre, pero no se ha manifestado mientras no le alcanzaba el
trigo. Entonces era cuando el campesino no lamentaba haber perdido su último
mendrugo. En cambio, en cuanto empezó a tener trigo de sobra, no supo qué hacer
para divertirse. Y yo le enseñé a beber vodka. Cuando se puso a destilar, convirtiendo
el don de Dios en vodka para su placer, se reveló en él la sangre de zorro, de
lobo y de cerdo. Ahora lo único que hace falta es que continúe bebiendo y
será siempre una fiera.
El jefe de los diablos
felicitó al diablillo, le perdonó su falta y lo ascendió en jerarquía.
1.013. Tolstoi (Leon)
Me podían ayudar ?
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