Bolita y Milton acabaron sus vidas casi al mismo tiempo. El viejo cosaco no
sabía tratar a Milton. En lugar de
llevarlo a cazar aves, se servía de él para cazar jabalíes. Aquel invierno un jabalí
le abrió el vientre. Nadie pudo cosérselo; y Milton murió. Bolita
vivió poco, después de haberse salvado de los presos. Desde entonces, se había
vuelto triste, y lamía todo lo que encontraba. Me lamia las manos, pero no como
antes, cuando lo hacía como para acariciarme. Tras de lamerme las manos largo
rato, haciendo presión con la lengua, me mordiscaba. Sin duda sentía necesidad
de morder, pero no quería hacerlo. Como no quería dejarle la mano, lamía las
botas o las patas de la mesa; y luego se ponía a mordiscarlas. Eso duró dos
días. Al tercero, Bolita desapareció;
y nadie volvió a verlo ni oyó hablar más de él.
No podían habérmelo
robado; tampoco era posible que me hubiese aban-donado. Esto ocurrió seis
semanas después de haberlo mordido el lobo Por consiguiente, éste debía de
estar atacado de rabia. Dicen que el animal atacado de rabia padece unas
contracciones convulsivas en la garganta. Tiene sed, pero no puede beber
porque, al hacerlo, las contracciones aumentan. Entonces, a causa de los dolores
y de la sed, se vuelve loco y empieza a morder. Probablemente Bolita había tenido esas convulsiones
cuando empezó a lamerme y a mordiscarme las manos.
Salí a buscar a Bolita por los alrededores; pero no
pude averiguar dónde se había metido, ni dónde había muerto. Si hubiera
corrido a diestro y siniestro, mordiendo a la gente, como suelen hacerlo los
perros rabiosos, alguien me hubiera dado razón de él. Sin duda se había
refugiado en la espesura del bosque, para morir. Los cazadores dicen que un perro
inteligente, atacado de rabia, huye al campo o al bosque, para buscar la hierba
que necesita, y revolcarse en el rocío, con lo que se cura solo. Por lo visto,
Bolita no pudo curarse. No volvió a
la finca. Este fué su fin.
Cuento para niños
1.013. Tolstoi (Leon)
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