Translate

domingo, 22 de diciembre de 2013

El incendio

Era la época de la cosecha. Los hom­bres y las mujeres habían ido al cam­po. En la aldea quedaban sólo los vie­jos y los niños. En una isba se hallaba una abuelita, con sus tres nietos. Des­pués de encender la estufa, la vieja se echó a descansar. Se tapó la cabeza con una toalla para preservarse de las mos­cas, y, en breve, se quedó dormida. Su nietecita Masha, una niña de tres años, abrió la estufa y, sacando una brasa con un tiesto roto, se la llevó al zaguán. Los mujeres habían dejado allí montones de haces de trigo, para atar­los en gavillas. Masha puso la brasa de­bajo de los haces; y empezó a soplar. Al ver que se prendían, muy contenta, volvió a la isba a buscar a su hermanito Kiriuska, de año y medio, que acababa de aprender a andar.
-Mira, Kiriusha, cómo he encendido la estufa -dijo.
Los haces ardían crepitando. Cuando el zaguán se llenó de humo. Masha, muy asustada, corrió a la isba. Kiriusha se cayó en el umbral, se hizo daño en la nariz, y empezó a llorar. Masha le ayudó a entrar en la isba y ambos se escondieron debajo de un banco. La abuelita no había oído nada y seguía durmiendo. El hermano mayor, Vania, que tenía ocho años, estaba en la calle. Al ver el humo corrió al zaguán. Atra­vesando la humareda, penetró en la isba para llamar a su abuelita. Esta se des­pertó sobresaltada y, perdiendo la cabeza, olvidó a los niños. Se lanzó a la calle a buscar gente. Masha seguía debajo del banco, en silencio; pero el pequeñín gritaba, porque le dolía la nariz. Al oírlo, Vania miró debajo del banco, y gritó a Masha:
-¡Sal de ahí! ¡Corre!
La niña se precipitó hacia el zaguán, pero el humo y las llamas le impidie­ron pasar. Entonces volvió sobre sus pasos. Vania abrió la ventana; y dijo a su hermana que saliera por ella. Cuan­do la niña lo hubo hecho, agarró al pe­queño para arrastrarlo tras de sí. Pero el niño pesaba mucho, y no se dejaba llevar. Lloraba empujando a Vania, que cayó dos veces antes de llegar a la ven­tana. La puerta de la isba se había pren­dido ya. Vama sacó la cabeza de su her­manito por la ventana, pero el pequeño se había asustado mucho y, agarrándose con las manitas al alféizar, no lo soltaba. Entonces Vania gritó a Masha:
-¡Agárralo por la cabeza y tira de él!
Y empujó al niño desde dentro. Así fué como lo sacaron por la ventana.

Cuento para niños

1.013. Tolstoi (Leon)

No hay comentarios:

Publicar un comentario