Una vez un campesino fué
a robar pepinos a una huerta. En cuanto se deslizó hasta el sembrado, pensó:
"Si consigo llevarme un saco de pepinos, los venderé y con ese dinero
compraré una gallina. La gallina pondrá huevos, incubará y sacará muchos
pollitos. Criaré los pollitos, los venderé y compraré un lechoncito. Cuando
crezca, tendrá una buena cría. La venderé para comprar una yegua, que, a su
vez, me dará potros. Los criaré y los venderé; después compraré una casa y
pondré una huerta. Sembraré pepinos, pero no permitiré que me roben. Pondré
unos guardas muy severos, para que vigilen. Y, de cuando en cuando, me daré
una vueltecita y les gritaré: "Eh, amigos, vigilad con más atención."
Sin darse cuenta, el hombre dijo esas palabras en voz alta."
Los guardas que vigilaban
la puerta se abalanzaron sobre él, y le dieron una buena paliza.
Cuento para niños
1.013. Tolstoi (Leon)
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