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sábado, 18 de enero de 2014

El don de la estrella - Cap VI. Recuerdos

Son como estrellas, siempre con nosotros, día  y  noche,  esperando  con  paciencia  su próxima aparición. 
Tulo  había  sido  capaz  de  recordar,  y  con viveza,  las  tempranas  piedras  milenarias  de su  corta  vida,  mientras  permanecía  sentado bajo  el  árbol  de  las  estrellas  y  silbaba  sus melodías a las luces del Septentrión. Pero ni siquiera  los  poderes  celestiales  de  ellas  le habían  valido,  al  tratar  de  recordar  lo  que había pasado después de aquel día, hacía casi un  año,  cuando  había  avanzado  cojeando, vacilante hasta Arrol Nobis, y había leído con orgullo su primera obra publicada. Su mente había  levantado  un  muro  oportuno,  dejando fuera los sucesos dolorosos. 
-¡El gran libro verde! ¡Claro! Desde que su primo  Erkki  le  había  dado  aquel  respetable volumen encuadernado en piel, con sus páginas a media tinta y rayadas, sujetas por tres broches de acero, él había redactado sus notas todos los días, con la fidelidad de un tenedor de libros. ¡Allí estaba todo! 
Tulo regresó de prisa a la cabaña. A partir de la primera página del gran libro, fue repasándolas y haciendo una pausa siempre que un  nombre  o  una  frase  le  llamaba  la  atención... 
                     
16 de marzo
Fue un día feliz. El doctor Malni vino a revisarme la rodilla y dijo a mi mamá que no creía que tuviera que vender nuestro rebaño para pagar a los especialistas del hospital de Inari.  Él  espera  que  pronto  pueda  caminar, cojeando  ligeramente.  Cuando  se  marchó, mamá  se  arrodilló  a  dar  gracias  a  Dios.  Yo también. 

25 de marzo
Mi mamá me hizo una broma cuando me vio escribiendo en el gran libro, esta mañana.
Dijo que cuando había vaticinado que un día mis palabras se encuadernarían en piel para que todo el mundo las compartiera, pensaba en algo más que un libro mayor de contador.
Supongo que aun el señor Nobis está decep-cionado de que mi artículo en el periódico no me haya servido de inspiración para escribir mucho  más.  Algún  día,  bien  pronto,  daré  a los dos la gran sorpresa. 

2 de abril 
Mi mamá estuvo ausente otra vez durante muchas  horas.  Trae  algo  entre  manos,  porque  cada  vez  que  vuelve  lleva  consigo  una caja cubierta que sube a la buhardilla, adonde por ahora nos tiene prohibido ir. Siempre que le pregunto qué está haciendo, se limita a sonreír y cambia de tema. 
  
9 de abril 
El señor Nobis me mandó un libro lleno de sabios refranes.  En la página 9 encerró uno de ellos en un círculo rojo, es de Séneca. Dice así:  "Nada  hay  en  el  mundo  tan  admirado como un hombre que sabe sobrellevar la desgracia  con  valor".  Me  gustaría  poder  hablar con Séneca, pero sé que murió hace mucho, mucho tiempo. 

11 de abril 
En  la  aldea  se  tuvieron  hoy  las  carreras anuales de renos. Me alegro de que mi papá no haya estado aquí para verme hacer el tonto. Con Reino delante de mí, yo iba al frente en la primera carrera, hasta que llegamos a la  señal  de  mitad  del  trayecto.  Al  darnos vuelta para recorrer la recta final, mi rodilla enferma cedió y Reino llegó a la meta sin mí.
Todavía no se lo he dicho a mamá, pero ya guardé mis esquís. 
  
14 de abril 
Estoy escribiendo esto sentado bajo nuestro árbol de las estrellas en el prado. Sé que nuestro árbol se considera dotado de un poder mágico para ayudar a cualquiera que trate  de  cambiar  su  suerte,  pero  hasta  ahora, aunque sigo frotando su corteza con frecuencia, nada nuevo parece acontecer. Mamá dice que la magia del árbol solamente da resultado  a  la  gente  dispuesta  a  hacer  algo  por  sí misma. 
  
18 de abril 
El  tío  Varno  y  mamá  han  estado  conversando muchas veces. Ya sé por qué. Mi tío va a llevar nuestro ganado, junto con el suyo, a las montañas este verano, y mi mamá le pagará por este servicio con la tercera parte de las terneritas que nazcan. Ella no me ha dicho  sus  razones,  pero  estoy  seguro  de  que piensa  que  no  puede  hacerse  cargo  de  una hija pequeña, un rebaño de renos y un hijo que  le  ayudaría  muy  poco  en  los  grados  de las laderas montañosas. Hoy extrañé mucho a papá. 
    
23 de abril 
Esta mañana corrí al árbol de las estrellas y regresé en la misma forma. Mañana lo haré dos  veces  y  al  día  siguiente  tres.  Pronto  mi pierna estará tan fuerte como antes del accidente. Es tanto lo que mamá hace por nosotros, que yo no puedo decepcionarla. Quiero ser  capaz  de  ayudarla  como  papá  acostumbraba hacerlo. Si soy el hombre de la familia, como  dice  mi  mamá,  ya  es  tiempo  de  que empiece a comportarme como tal. 
  
2 de mayo 
Los terribles mosquitos han llegado y hoy todos  los  renos  empezaron  a  irse  hacia  el norte. El tío Varno nos dejó al viejo Kala para transportación,  y  tres  animales  para  carne, pero se llevó todos nuestros perros, con excepción de Nikku. Mamá lloró cuando toda la comitiva empezó a alejarse. Todos lloramos.
Fue  la  primera  vez  en  nuestra  vida  que  no íbamos  a  las  montañas  con  nuestro  ganado durante el verano. 

19 de mayo 
Encontré mi vieja cometa en el cobertizo y la llevé conmigo a la pradera. Vuela tan bien como  siempre  y  fue  muy  divertido  dejar  el cordel  fuera  saliendo  del  carrete  de  madera que  papá  había  hecho,  y  ver  aquel  bonito juguete rojo volar tan alto que casi se perdía de vista. Me pregunto hasta qué altura habrá podido volar una cometa. Me duele ahora la rodilla,  pero  fue  muy  bueno  encontrar  algo que todavía puedo hacer bien. 
  
27 de mayo 
Nos hemos mudado de casa para pasar el verano. La tienda que usábamos en las laderas de las montañas ahora se levanta junto a la carretera, a unos doce kilómetros de Kalvala.  Parece  que  aquellas  cajas  que  mamá había estado juntando estaban llenas de artesanías hechas por la gente de nuestra aldea.
Ahora las tiene arregladas en anaqueles a la orilla del camino, para venderlas a los turistas. 
Tenemos hileras de cucharas de cuerno labradas, cinturones, mocasines, sombreros de piel  de  antílope  y  centenares  de  minúsculos animales de madera. Mamá lleva una cuenta exacta  de  todas  las  piezas  que  se  venden.
Cuando  volvamos  a  la  aldea,  en  el  otoño, devolverá los artículos que no se vendieron, junto con la mitad del precio que reciba por los que se vendan. 
Mamá  dijo  que  si  todos  trabajamos  con ahínco,  podríamos  ahorrar  lo  suficiente  para que yo todavía lograra inscribirme en la universidad  dentro  de  dos  años.  Tal  vez  todos mis  deseos  formulados  bajo  el  árbol  de  las estrellas no han sido en vano. 
  
6 de junio 
Nuestro nuevo negocio marcha muy bien.
Un camión entero de pescadores, camino a la península de Yarangar, se detuvo hoy aquí y nos  pidió  café.  A  toda  prisa,  mamá  preparó una  jarra  y  ahora  también  vendemos  café.
Después hizo parada un autobús de turismo, y  algunos  de  los  pasajeros  preguntaron  si querríamos posar para una fotografía enfrente  de  nuestra  tienda.  Mamá  cobró  cinco markkas a cada uno. No deja de decirnos que podemos  hacer  realidad  cualquier  sueño,  si trabajarnos  con  ahínco,  pedimos  ayuda  a
Dios y nunca darnos por vencidos.  
    
13 de julio 
Mamá ha estado tosiendo los últimos días.
Creo que trabaja demasiado. Como tenemos veinticuatro  horas  de  luz  solar,  el  tráfico  es ininterrumpido a todas horas, y mamá duerme muy poco por temor de ir a perder una buena venta. Jaana y yo tratamos de ayudarla realmente, pero ella quiere atender en persona a los clientes.  Hoy en la noche  estaba tan  cansada,  que  dejó  que  Jaana  cocinara para  los  tres.  Jaana  será  una  buena  esposa cuando crezca. 
  
29 de julio 
El negocio va muy bien, pero mamá está enferma.  Ha  adelgazado  mucho  y  tiene  un color extraño, casi gris. Ahora tose más que nunca, pero no me hace caso cuando le pido que  descanse.  Estoy  atemorizado.  Lo  más cercano  a  nosotros  es  la  aldea,  en  caso  de que le sucediera algo. No es fácil ser el hombre de la casa. 

30 de septiembre 
Mamá ha muerto. No tuve valor de escribir estas palabras hasta hoy. Murió la noche del 2 de agosto durante el sueño. Poco antes, al anochecer, por vez primera nos pidió a Jaana y a mí que atendiéramos a los clientes mientras dormía un rato. Después la oí llamarme y corrí a la tienda. Extendió el brazo, me tomó la mano y la apretó contra su corazón. Luego hizo que me acercara, me besó y me dijo: 
"Te amo, Tulo. Cuida a tu hermanita, pero recuerda que tu destino está más allá de Kalvala.  Mira  siempre  adelante.  Esfuérzate.
Dios...  y  el  árbol  de  las  estrellas  te  ayudarán". 
Luego se quedó dormida. Cuando despertamos la mañana siguiente había muerto. 
No recuerdo nada del funeral, excepto que la sepultaron junto a papá en el cementerio.
El tío Varno y la tía Stina nos han invitado a ir a vivir con ellos, pero Jaana y yo hemos decidido  quedarnos  en  nuestra  propia  cabaña  y cuidar el uno del otro. 
Con un gesto de agotamiento, Tulo hizo a un  lado  el  gran  libro  verde.  Era  cierto  que había  silbado  a  las  luces  del  Septentrión  y que, al menos en la mente, había recordado el pasado... y los muertos. Pero ¿qué sería del mañana -se preguntaba-... y del día siguiente...  ¿qué  les  tenía  reservado  el  futuro  a  su hermanita y a él? 
Se  levantó,  caminó  hasta  la  puerta  del frente  y  la  abrió  a  la  negrura  de  la  noche.
Cúmulos de nubes oscuras y bajas del oeste habían borrado toda traza de luz celestial. El viento aullaba con furor a través de la tundra y la nieve caía una vez más. 
Oprimido por una sensación de extravío, el muchachito  volvió  a  acariciar  con  ternura  la pequeña  fotografía  de  su  madre,  mientras avanzaba cojeando hacia la cama. 

1.003. Andersen (Hans Christian)

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