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sábado, 18 de enero de 2014

El monje y la hija del verdugo - Cap. XXXVII

Bajé de la montaña por empinados atajos, pero como el propio Dios guió mis pasos no me tropecé una sola vez, ni me precipité por el abismo. Amanecía ya cuan­do finalmente llegué al monasterio. Hice sonar la cam­pana y aguardé a que abrieran el portal. Evidentemen­te, el hermano que me abrió pensó que yo era el diablo, porque lanzó un alarido que consiguió despertar a la comunidad entera. Me dirigí directamente hasta los aposentos del Superior y permanecí en pie a su lado. Con mis ropas todavía bañadas en sangre le expliqué la tarea que me había encomendado el Señor y le dije que ahora ya era un sacerdote ordenado. Como respuesta me detuvieron, me encerraron en la torre, formaron un tribunal y me condenaron a muerte... ¡a muerte, como si fuese un vulgar asesino! ¡Ah, necios..., pobres y locos necios!

Hoy una persona acudió a visitarme a mi mazmorra. Se arrodilló frente a mí y besó mis manos por ser el ins­trumento elegido por Dios... Se trataba de Amelia, la joven morena. Parece que ella fue la única que enten­dió lo noble y glorioso de mi acto.
Le pedí a Amelia que espantara a los buitres de mi cuerpo, ya que Benedicta se encontraba en el Cielo.
Enseguida me uniré a ella. ¡Loado sea el Señor! ¡Hosanna! ¡Amén!

A este antiguo manuscrito se le añadieron los siguientes párrafos, escritos por otra mano:

En el día quince del mes de octubre del año de nuestro Señor de 1680, y en este lugar, fue ahorcado el herma­no Ambrosio. A la mañana siguiente enterraron su cuerpo bajo el patíbulo, al lado de la tumba de la joven Benedicta, a la que él asesinó. Conocida como la hija del verdugo, esa tal Benedicta era -tal y como se ha po­dido saber ahora gracias a las declaraciones del joven Roque- la hija ilegítima del Administrador y la esposa del verdugo. El propio joven asegura vehementemente que la doncella alimentaba una pasión secreta y prohi­bida, precisamente por el hombre que la mató, sin sa­ber que ella le amaba. En todo lo restante, el hermano Ambrosio fue un digno servidor del Señor. ¡Rezad por él! ¡Pedid que la misericordia del Todopoderoso se apiade de su espíritu!

1.007. Briece (Ambrose)

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