Bajé de la montaña por empinados atajos, pero como
el propio Dios guió mis pasos no me tropecé una sola vez, ni me precipité por
el abismo. Amanecía ya cuando finalmente llegué al monasterio. Hice sonar la campana
y aguardé a que abrieran el portal. Evidentemente, el hermano que me abrió
pensó que yo era el diablo, porque lanzó un alarido que consiguió despertar a
la comunidad entera. Me dirigí directamente hasta los aposentos del Superior y
permanecí en pie a su lado. Con mis ropas todavía bañadas en sangre le expliqué
la tarea que me había encomendado el Señor y le dije que ahora ya era un
sacerdote ordenado. Como respuesta me detuvieron, me encerraron en la torre,
formaron un tribunal y me condenaron a muerte... ¡a muerte, como si fuese un
vulgar asesino! ¡Ah, necios..., pobres y locos necios!
Hoy una persona acudió a visitarme a mi mazmorra. Se
arrodilló frente a mí y besó mis manos por ser el instrumento elegido por
Dios... Se trataba de Amelia , la
joven morena. Parece que ella fue la única que entendió lo noble y glorioso de
mi acto.
Le pedí a Amelia
que espantara a los buitres de mi cuerpo, ya que Benedicta se encontraba en el
Cielo.
Enseguida me uniré a ella. ¡Loado sea el Señor!
¡Hosanna! ¡Amén!
A este antiguo manuscrito se le
añadieron los siguientes párrafos, escritos por otra mano:
En el día quince del mes de octubre del año de
nuestro Señor de 1680, y en este lugar, fue ahorcado el hermano Ambrosio. A la
mañana siguiente enterraron su cuerpo bajo el patíbulo, al lado de la tumba de
la joven Benedicta, a la que él asesinó. Conocida como la hija del verdugo, esa
tal Benedicta era -tal y como se ha podido saber ahora gracias a las
declaraciones del joven Roque- la hija ilegítima del Administrador y la esposa
del verdugo. El propio joven asegu ra
vehementemente que la doncella alimentaba una pasión secreta y prohibida,
precisamente por el hombre que la mató, sin saber que ella le amaba. En todo
lo restante, el hermano Ambrosio fue un digno servidor del Señor. ¡Rezad por
él! ¡Pedid que la misericordia del Todopoderoso se apiade de su espíritu!
1.007. Briece (Ambrose)
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