Había una vez un
artista que se ganaba honestamente la vida haciendo presentaciones de magia o
encantamientos, como lo llamaban en ese entonces, y estaba un día en medio de
un gran grupo de personas haciendo sus presentaciones. Entre ellas presentaba a
un gallo cargando una pesada viga, llevándola como si fuera una pluma
más.
Pero entre todos los
que miraban se encontraba presente una joven que hacía poco se había encontrado
un trébol de cuatro hojas, y esto la había hecho tan perspicaz que ninguna
ilusión óptica podía vencerla fácilmente, y por eso ella veía que la tal viga no
era más que una astilla. De modo que gritó:
-"¡Hey
ustedes!, ¡fíjense bien y verán que lo que lleva el gallo no es más que una
astilla y no una viga!"
Inmediatamente el
truco se desvaneció, y la gente vio lo que realmente era, y echó al mago lejos
lleno de vergüenza y desgracia. Él, sin embargo, cargado interiormente de
dolor, se dijo:
-"Pronto tendré
otra oportunidad."
Algunos días después
llegó el día de la boda de la joven, y ella fue ataviada bellamente y llevada
en procesión por los campos hacia el lugar donde estaba la capilla.
De pronto creyó
encontrarse frente a un arroyo que lo veía crecido y no se encontraba
ningún puente o tablón para cruzarlo. Entonces la novia hábilmente se levantó
al máximo sus ropas para vadearlo. Y justo cuando ella creía que estaba
entrando en las aguas, un hombre, que por cierto era el mago o encantador, le
gritó jocosamente:
-"¡Ajá! ¿Dónde
tienes los ojos, que tomas esto por agua?".
Enseguida sus ojos
se aclararon, y vio que ella tenía sus ropas bien subidas en medio de un
sembradío que se veía azul por motivo de las flores de su cultivo que era lino
azul.
Entonces toda la
gente que vio lo sucedido, la ahuyentó con risas y ridiculizándola.
1.018. Grimm (Jacob y Wilhem)
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