Cierta familia de Libia se vió favorecida por uno de
estos duendes que les cuidaba el jardín
con primor, sin molestar, en silencio. Si el gnomo amaba a los dueños de su
casa y su jardín los Céfiros, Flora y Neptuno
le mimaban.
Sin verse más que en las obras, los dueños y el trasgo
se querían entrañablemente. Por fin, este
diablillo (que no era burlón) decidió quedarse “pa in sécula sinfinito” en casa de estas buenas gentes. Cabalmente
el día que formó esta resolución, le vino la orden de migrar al Norte e irse a
vivir a la isla de Spitzberg, bajo las chozas de hielo, trocándolo de duende
africano en duende polar y de árabe en lapón. El trasgo comunicó a sus
huespédes la próxima partida por ests palabras:
-“Ignoro por qué, pero tengo recibida la orden de
partir al Septentión; quedaré unos días aún para cumplir vuestros anhelos.
Puedo cumplir tres tan sólo; con que, pensarlo bien, y manifestár-melos”.
Desear, aspirar, anhelar, ambicionar non cosas
inaiditas en el hombre, ni que exijan gran ciencia: basta el instinto profunfo
de la conciencia.
Nuestro matrimonio líbico pide sin titubear la abundancia en los campos, en las viñas,
en el huerto, en el jardín... y en las talegas. Dicho y hecho. Los graneros
resultan pequeños, la bodega angosta, la despensa hasta los topes, el jardín
hecho un colosal ramillete y la talegas reventando de oro por los costurones.
Laa servidumbre no se daba manos a registrar y almacenar
tanto bien, y los patrones se veían abrumados por tal posesión. Nada hubiera
sido eso: los beduinos del desierto comenzaron a merodear lo silos, los
galpones, los corrales; los jeques o caciques les pedían prestado hacienda y
dinero; el gobernador les impuso el impuesto a la renta... En fin, que la vida
se había complicado de tal suerte que se les hizo pesada.
Nuestra gente acude a realizar el segundo anhelo.
-"¡Duende bueno, sácanos de encima toda esta
balumba de bienes cargantes, váyae el oro al infierno! Preferimos la dichosa
medianía, hermana de la paz y del sosiego".
Dicho y hecho. Desaparecieron las vendimias, las
cosechas, los repletos cofres... y todo quedó como antes.
Recobraron los dueños, como el Zapatero remendón, su
alegría, sus cantos y se vieron libres de tasas, ladrones y caciques, riéndose
a carcajada limpia con el diablillo de las gentes que dejan el bien que poseen
para buscar el infierno que estaba lejos.
El duende debía vola ese mismo día a la isla de
Spitzberg y, como quedaba aun por realizarse el tercer anhelo, los prudentes
patrones pidieron, como unos Salomones, el amor de la sabiduría.
Con ella pasaron la edad madura y la vejez larga en un
banquete espiritual que no tenía término; unos días eran la Escritura y la Teología , otros la Filosofía y las Letras,
después las Ciencias físicas naturales, la Agiografía , la Música , el Canto.
Coronándolas todas, la Mística Divina ,
"conocimiento experimental de la Deidad', que todo cristiano, todo pensador recto,
toda alma noble debe esforzarse por alcanzar, internándose heroicamente en la Noche
Oscura del Olma.
1.087.1 Daimiles
(Ham) - 017
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