Hay en el mar un cetáceo que, desde la más remota
edad, pasa por un gran amigo del hombre: es el Delfín. Plinio el Antiguo„enseña
en el libro IX, cap. VIII de su Historia Natural que el delfín ha salvado
muchas veces a los náufragos, por la costumbre que tiene de acercarse a los
navíos y seguir a zaga de los buques que navegan, llevando a lomo los mareantes
que se tiran de cabeza al agua o quedan flotando, rari nantes in gurgite vasto, después de zozobrada la cáscara de
nuez que los llevaba.
Griegos y romanos creían que el Delfín transportaba
sobre las ondas amargas los espíritus que iban en demanda de las Islas
Afortunadas.
En la
Catacumbas se ve todavía el Delfín, personificando al
Salvador de las almas a quien nuestros padres en la Fe llamaban en lenguaje
esotérico Jesus (Pez) por ofrecer esa
palabra helénica las iniciales de "Jesu-Cristo, Hijo de Dios, Salvador",
constituyendo así un anagrama inofensivo que no podía despertar la sospecha de
los perseguidores.
Volviendo al cuento, Esopo nos refiere que una nave de
pasajeros, algunos de los cuales iban can sus animales domésticos, naufragó en
las costas del Pireo, cerca de Atenas.
Los delfines acudieron luego en cardúmen a salvar el.
pasaje: hombres, mujeres y niños.
Entre los toneles, sillas y canastos que la marea
hacía bailotear encontróse un macaco que, tiritando de frío y castañeteando
no sé qué improperios contra su amo, buscaba cómo llegar a la playa. Vióle un
delfín y acudió presuroso en su ayuda. Hácele sentar sobre su lomo, cual otro
Arión de Lesbos, y emprende la duodécima vuelta a la cercana costa. Estaban por
llegar, cuando el Delfín, por irn súbito movimiento de curiosidad, le
preguntó:
-"Es usted de la gran ciudad de Atenas?"
-"Exactamente", responde el macaco (que era
de Cartago); soy muy conocido en la alta sociedad. Si en algo le puedo servir,
estoy a sus órdenes. Uno de mis hermanos es concejal, y otro, diputado por
Beocia.
-"¡Muchas gracias!" responde el cetáceo
remwndo y aproximán-dose cada vez más al desembarcadero. "Dígame, señor
(y perdone la curiosidad), ¿sin duda conoce también El Pireo?”
-«¡Y cómo si lo conozco!" responde el macaco
acomodándose más y mejor en el lomo del Delfín: "El Pireo es mi amigo
particular desde la infancia..."
El cuadrumano embustero había tomado el nombre de un
puerto por el de una persona de carne y hueso.
El delfín se rió a las calladas del quiproquo, miró por sobre la aleta
dorsal al náufrago, y comprobó, fastidiado, que no llevaba un hombre sino un
mono. Pica inmediatamente para ganar en profundidad, deja el macaco flotando a
merced de las olas, y se va a toda máquina en busca de algún ser humano que
necesite su ayuda.
"Abundan los micos con saco y pantalones que
toman el Chimborazo por un mar, el Sol por un disco, la cochinilla por un
árbol, y a Napoleón el Grande por un capitán de Ciarlomagno. Hablan de todo,
sentencian a trochemoche, critican lo que no conocen ni por las tapas...
¡parque son doctores!"
1.087.1 Daimiles
(Ham) - 017
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