Érase una vez un viejo
Zorro, que sospechaba que su esposa no le era fiel, y la quiso probar. Se echó
debajo de un banco, inmóvil, y se hizo el muerto. La señora Zorra se fue a
su cuarto y se encerró en él; su criada la señora Gata sentose
junto al fuego y se puso a hacer la comida.
Sin embargo, cuando se supo
que el viejo Zorro había muerto, no tardaron en llegar los pretendientes. La
criada oyó que alguien llamaba a la puerta principal y se asomó a ver quién
era.
Era un joven Zorro, que le
preguntó:
‑¿Qué
está usted haciendo, señora Gatita?
¿Está
bien despierta, o ronca, o dormita?
Y ella le contestó:
‑Ni ronco, ni duermo, que
estoy bien despierta, junto a mi señora permanezco alerta;
guiso buñuelos de miel y
patata,
si queréis uno, tendedme la
pata.
Muy agradecido ‑dijo el
joven Zorro‑.
¿Y... qué hace la señora Zorra ?
La criada respondió:
‑La señora Zorra está muy
solita,
es grande su pena, y no se
le quita.
Toda la noche sin cesar lloró,
pues el señor Zorro ha poco
murió.
Bien, señora Gata; puede
usted decirle que ha venido un joven Zorro que desearía casarse con ella.
-Así lo haré, galán
caballero.
Y allá va la Gata: Pit, pit, pit…
junto a su señora: Pat, pat, pat ...
‑Salid, que a la puerta llamándoos están.
Tendréis por marido a un Zorro galán.
Pero la señora Zorra hizo mil
remilgos.
‑Primero ‑dijo ‑tengo que
saber con qué cuenta ese galán. ¿Es que acaso tiene nueve hermosos rabos, como
el señor Zorro, mi llorado esposo?
iOh, no! ‑respondió la Gata . Tiene sólo uno.
‑Entonces no le quiero.
Y la Gata bajó y despidió al
galán.
No tardaron en volver a
llamar a la puerta y en ella apareció otro Zorro que venía a pretender la mano
de la viuda. Éste tenía dos rabos, pero no por eso fue mejor recibido que el
primero. Después vinieron otro, y otro, cada uno con un rabo más; pero todos
fueron rechazados, hasta que llegó uno con nueve colas, como el viejo Zorro
difunto.
Cuando la viuda oyó esto,
dijo a la Gatita, loca de alegría:
‑Ábrele la puerta, que a su encuentro corro;
como si volviera tu amo, el viejo Zorro.
Pero cuando se estaba
celebrando la boda, el viejo Zorro salió de debajo del banco y empezó a dar, a
unos y a otros, una buena paliza, y a la señora Zorra , y a su
criada la Gata, y al novio, y a los pretendientes, los echó de casa a
puntapiés.
Otro cuento
Cuando el viejo Zorro murió
de verdad, se presentó el Lobo como pretendiente, llamó a la puerta y la Gata,
que era criada de la
señora Zorra , le salió a abrir.
El Lobo la saludó, muy fino,
y le preguntó:
‑Señorita Gata, muy buenos días;
a ver a su ama vengo muy sumiso...
Mas, ¿qué está guisando: berzas o judías?
Porque... huele muy bien, ese guiso...
La Gata contestó:
‑Guiso una sopita de ajo y hierbabuena.
¿Quiere que le traiga una taza llena?
‑Es
usted muy amable, señorita Gata. ¿Es que no está en casa la señora Zorra ?
‑Arriba, en su alcoba, la infeliz está.
Se lamenta y gime, llora y llorará.
Murió el señor Zorro; y es tanto su duelo,
que, para su pena, no encuentra consuelo.
Y
respondió el Lobo:
‑Yo la podría consolar
si otro marido quiere hallar.
Sube la Gata, muy de prisa,
con su maullido al ama avisa.
‑Si es que otra vez queréis casaros,
un galán viene a consolaros...
Pregunta
la señora Zorra :
‑Ese
galán, ¿lleva calzones rojos y tiene hocico puntiagudo?
‑No ‑dijo la Gata.
‑Entonces no es para mí.
Cuando
el Lobo fue rechazado, vino el Perro y le siguieron toda clase de animales.
Pero en cada uno la
señora Zorra quería ver las cualidades que el señor Zorro
había tenido y, uno tras otro, la señorita Gata tenía que irlos despachando a
todos. Por último llegó un joven Zorro, y cuando la señora Zorra
preguntó:
‑¿Tiene ese galán hocico puntiagudo y calzones rojos?
‑Sí; tiene una cosa y otra ‑contestó la Gata.
‑Entonces, decidle que venga ‑dijo la señora Zorra. Y
ordenó que todo se arreglase para celebrar la boda.
La Gata, entonces, barrió y fregó,
y al Zorro viejo enterró;
trajo ratones, bien cebaditos,
y los guisó con rabanitos.
Se
celebró, así, la boda con el joven señor Zorro, y los novios y los convidados
saltaron y bailaron todo el día.
1.018. Grimm (Jacob y Wilhem)
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