Este es
un cuento muy antiguo ya,
que
además no dice nada de verdad.
A un
viejo, muy viejo, tengo que amarrar
a una
mujeruca con panza en chaflán.
Y no es
un prodigio ni una maravilla,
pues
cosas más raras he visto en mi vida.
Un pajar
se quema en medio del mar
mientras
un velero cruza un patatar.
Y no es
un prodigio ni una maravilla,
que cosas
más raras se ven en la vida:
lo de la
gatita, que parió a un becerro,
lo del
lechoncillo, que ponía huevos...
Y no es
un prodigio ni una maravilla,
pues
cosas más raras he visto en mi vida.
Ahí van
unos hombres poniendo garlitos:
pescan en
las calles pero no en los ríos.
Y no es
un prodigio ni una maravilla,
pues
cosas más raras he visto en mi vida.
Va
volando un oso por el firmamento,
moviendo
las patas y orejas contento.
Y aunque
es rabón, la cola gris le sirve de timón.
A la
ardilla en su rama, una yegua le ladra,
una perra
con arnés está en una cuadra
y ha
hecho entre los juncos su nido una cabra.
Tampoco
es prodigio ni es gran maravilla
ver bajar
del monte a alguna vaquilla,
en
esquís, despatarrada y asustada.
No, no es
un prodigio ni una maravilla,
que cosas
más raras he visto en mi vida:
un hijo
que transportaba los haces
en un
carro arrastrado por su madre
y su
mujercita haciendo de encuarte.
A una con
las riendas arreaba
y a la
otra, en cambio, la frenaba.
Hay otro
portento: una suegra y una nuera
salieron
a campo abierto y armaron la gran
pelea.
En vez de
disparar flechas
tiraban
cucharas y espumaderas.
Con ellas
mataron a un tártaro que ya estaba
muerto.
El kaftán[1] que le
quitaron era de arpillera,
la faja
de esparto y las botas de madera.
Al rico y
roñoso que hace cerveza,
que no
nos invita a los buenos mozos,
quiera el
Señor darle suspiros de perro y llanto
de gato.
Y al
pobre dadivoso que sí hace cerveza
y que nos
invita a los buenos mozos,
quiera el
Señor darle en el campo mieses,
buen
grano en las eras,
harina
ligera en la amasadera
y hacer
que no falte comida en su mesa.
Uno bebió
tanta cerveza de ésa,
que
duerme borracho en el cobertizo.
Junto a
la boca tiene un mendrugo
que
abulta lo menos lo que gorro y medio...
Cuento popular ruso
1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)
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