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viernes, 22 de febrero de 2013

Cuento de tiempos muy remotos

Este es un cuento muy antiguo ya,
que además no dice nada de verdad.
A un viejo, muy viejo, tengo que amarrar
a una mujeruca con panza en chaflán.
Y no es un prodigio ni una maravilla,
pues cosas más raras he visto en mi vida.
Un pajar se quema en medio del mar
mientras un velero cruza un patatar.
Y no es un prodigio ni una maravilla,
que cosas más raras se ven en la vida:
lo de la gatita, que parió a un becerro,
lo del lechoncillo, que ponía huevos...
Y no es un prodigio ni una maravilla,
pues cosas más raras he visto en mi vida.
Ahí van unos hombres poniendo garlitos:
pescan en las calles pero no en los ríos.
Y no es un prodigio ni una maravilla,
pues cosas más raras he visto en mi vida.
Va volando un oso por el firmamento,
moviendo las patas y orejas contento.
Y aunque es rabón, la cola gris le sirve de timón.
A la ardilla en su rama, una yegua le ladra,
una perra con arnés está en una cuadra
y ha hecho entre los juncos su nido una cabra.
Tampoco es prodigio ni es gran maravilla
ver bajar del monte a alguna vaquilla,
en esquís, despatarrada y asustada.
No, no es un prodigio ni una maravilla,
que cosas más raras he visto en mi vida:
un hijo que transportaba los haces
en un carro arrastrado por su madre
y su mujercita haciendo de encuarte.
A una con las riendas arreaba
y a la otra, en cambio, la frenaba.
Hay otro portento: una suegra y una nuera
salieron a campo abierto y armaron la gran
                                                             pelea.
En vez de disparar flechas
tiraban cucharas y espumaderas.
Con ellas mataron a un tártaro que ya estaba
                                                          muerto.
El kaftán[1] que le quitaron era de arpillera,
la faja de esparto y las botas de madera.
Al rico y roñoso que hace cerveza,
que no nos invita a los buenos mozos,
quiera el Señor darle suspiros de perro y llanto
                                                          de gato.
Y al pobre dadivoso que sí hace cerveza
y que nos invita a los buenos mozos,
quiera el Señor darle en el campo mieses,
buen grano en las eras,
harina ligera en la amasadera
y hacer que no falte comida en su mesa.
Uno bebió tanta cerveza de ésa,
que duerme borracho en el cobertizo.
Junto a la boca tiene un mendrugo
que abulta lo menos lo que gorro y medio...

Cuento popular ruso

1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)




[1] Kaftán: Especie de levita.

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