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viernes, 22 de febrero de 2013

Cuento de la cabra desollada

Escucha con mucho cuidado. Te voy a contar lo que me han contado. Lo que le ocurrió a una cabra descarnada, que andaba medio desollada...
Erase un campesino que tenía una liebre. Un día salió al campo con él y se encontró con una cabra que estaba allí tirada, a medio desollar; sí: tenía un flanco desollado y el otro no. Compadecido, el campesino se la llevó a su casa y la metió debajo del cobertizo. Luego comió, descansó un poco y se marchó al huerto. La liebre fue con él. Entonces la cabra salió de debajo del cobertizo, se coló en la casa y cerró la puerta con pestillo.
En esto, la liebre sintió ganas de comer, fue hacia la casa, quiso abrir la puerta, pero la encontró cerrada.
-¿Quién hay ahí dentro? -preguntó.
-Soy la cabra descarnada, que anda medio desollada. A quien se acerque al cerrojo, salgo y lo destrozo.
La liebre se apartó de la puerta, muy triste, salió a la calle y se puso a llorar. En esto pasó un lobo.
-¿Por qué lloras? -le preguntó a la liebre.
-Porque se ha metido alguien en casa -contestó entre sollozos.
-Ven conmigo, y yo echaré a quien sea.
Llegaron a la puerta.
-¿Quién hay ahí dentro? -preguntó el lobo.
-Soy la cabra descarnada, que anda medio desollada -contestó la cabra pegando con las pezuñas en el suelo. A quien se acerque al cerrojo, salgo y lo destrozo.
Los dos se apartaron de la puerta. La liebre se quedó otra vez llorando en la calle y el lobo escapó al bosque. En esto pasó un gallo y le preguntó a la liebre:
-¿Por qué lloras?
La liebre se lo contó y el gallo dijo:
-Ven conmigo. Yo echaré a quien sea.
Según se acercaban a la puerta, la liebre gritó para asustar a la cabra:
-Aquí llega un gallo muy tieso, trae al hombro un sable tremendo. Cuidado, cabra desollada, no vayas a ser también degollada.
Al lado ya de la puerta, preguntó el gallo:
-¿Quién hay ahí dentro?
Y la cabra, como antes:
-Soy la cabra descarnada, que anda medio desollada. A quien se acerque al cerrojo, salgo y lo destrozo.
La liebre volvió a la calle hecha un mar de lágrimas. En esto llegó una abeja revoloteando.
-¿Te han hecho algo malo? ¿Por qué lloras? -preguntó.
La liebre se lo contó todo. La abeja voló hacia la casa y preguntó:
-¿Quién hay ahí dentro?
La respuesta de la cabra fue la misma. La abeja se enfadó y se puso a volar alrededor de la casa, zumbando por aquí, zumbando por allá, hasta que encontró un agujero en la pared, se metió dentro y a la cabra descarnada le pegó un aguijonazo en el flanco desollado que le pareció un pistoletazo. Del brinco que dio, salió disparada por la puerta y desapareció.
La liebre se metió en la casa en seguida. Comió, bebió y se acostó.
Quien quiera saber cómo sigue el cuento, tendrá que esperar a que la liebre despierte.

Cuento popular ruso

1.001. Afanasiev (Aleksandr Nikolaevich)


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