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martes, 1 de enero de 2013

Dialogo de dos viajeros

Le dijo el viajero de 1ª clase al de 2ª: Larga y dura fue mi vida hasta poder comprar el billete que tus ojos negros miran con tanta indiferencia.
Y el viajero de 2ª clase le contestó: Sí mi amigo. Hubo un tiempo en que me preocupaba, pero ya no. Los raíles de la vida me llevaron a la humildad. Hoy como ves, soy un hombre común. Uno de tantos que habitan las tierras de este mundo.
Le dijo el viajero de 1ª clase al de 2ª: Que triste. Te confieso que en mi viaje a la riqueza, me preocupaba enormemente quedarme donde las gentes comunes. No te miento si te digo que, no sentiría la felicidad que ahora siento si tuviera que comprar el billete de segunda clase para hacer este viaje. Como te digo, larga, dura y penosa fue mi vida, pero puedo sentirme satisfecho. Recuerdo como se iban quedando por las estaciones las gentes ambiciosas como yo. A algunos se les dibujaban enormes arrugas en la frente al ver como su dinero no les daba para comprar el billete más caro. Otros, sus rostros se tornaban tristes y lloraban en silencio. Otros, se insensibilizaban y comercializaban con sus cuerpos como último recurso para llegar a viajar, haciendo el amor entre sábanas de algodón. A otros, la amargura agobiaba sus personalidades tan profundamente que nadie quería convivir con ellos. Los antes viles se retorcían en sus vilezas. Cientos de hombres y mujeres descubrieron la envidia martirizándoles. Miles de personas despertaban de sus sueños con la misma fijación que dejaron segundos antes que el divino sueño les envolviera. Las guapas enfearon y las que siempre fueron feas se tornaron en horrendas. Otros, en un esfuerzo desesperado cogieron el tren más rápido, pero cuando descarrilaron y se precipitaron sobre las húmedas traviesas, la amargura inundó sus almas y sus cuerpos envejecieron poco a poco a causa del alcohol y de las drogas. Encontré rico hijos de ricos que me estudiaron de arriba a abajo con mirada roja escarlata. Estos, me ofrecieron cosas extravagantes y me enseñaron juegos dispares con el fin de retenerme en la estación. Más cuando les superaba su caminar se hacía firme y orgulloso, como si con esos educados ademanes quisieran herirme de alguna manera. Puedo decirte que muchos me gritaban egoísta, yo no les contestaba, pues, sabía que sus últimas pertenencias las guardaban tan celosamente como guardo yo las mías. Mi amigo, te aseguro que, compraba y vendías por las estaciones y mis riquezas se multiplicaban. Compré niños a sus madres para que me sirvieran, compré muchachas y muchachos a lo largo de las vías para que me sirvieran, compre hombres y mujeres en los vagones para que me sirvieran. Compré el amor porque así se lo decían y demostraban. Me amaban a mí y a lo mío. El amor no creas que es sólo patrimonio de las gentes que compran billetes de segunda. Vendí a lo largo de los raíles amor al igual que envidias y odios. Todo se compra y se vende.
Y el viajero de 2ª clase le contestó: Tu largo camino a la riqueza te llevó a conclusiones equivocadas. Ciertamente, los compartimentos por los que anduviste estaban sembrados de desengaños. Los despechos que recibiste en los angostos pasillos curtieron tu piel de tal forma que ya no transpira. Tus amores, al igual que tus envidias y odios son malditos. Hasta los reptiles mudan su piel. Imítales.
Le dijo el viajero de 1ª clase al de 2ª. Los reptiles se arrastran como las gentes comunes se humillan ante los ricos y poderosos. Eres un fracasado. Nunca compraste billete de primera y te atreves a aconsejarme. Eres un iluso, un osado un loco.
Y el viajero de 2ª clase le contestó: Si fracasar es no ver lo que tu ves, soy un fracasado. Si ser un iluso es no creer en tus amores, quiero serlo hasta el fin de mis días.
Si soy un osado por decirte que cambies la piel para que as¡ se oxigene tu cuerpo y tu espíritu, ablandándote el corazón y la mente. Si deseo ser osado hasta que la muerte me llame y me diga ven. Si ser un loco es no querer lo que tu quieres ni hacer lo que tu haces, si, anhelo ser un loco para llegar libre al ocaso de mi vida y así hacerme amigo de la muerte.
Le dijo el viajero de 1ª clase al de 2ª: Mi amigo, las gentes comunes como tu se escudan en frases utópicas para así disfrazar sus reales pensamientos. Tienes vergüenza de airear lo que los ricos y poderosos como yo gritamos sin complejos. Crees que mis amores, envidias y odios están malditos. Te reto a que me digas si tus desprecios hacia mi no son malditos. Dices que no quieres sentir lo que yo siento, pero veo dibujado el cinismo en tus finos labios. Te consuelas con palabras nobles, pero lo que cuentas ni tu mismo lo crees. Dime si la hipocresía no es de alguna manera maldita. Te conozco, pues, tu corazón al igual que el mío bombea las mismas pasiones. Dime, hombre de 2ª clase, si no estás podrido por desear llegar al ocaso de tu vida para hacerte amigo de la muerte, cuanto está arrebata lo más precioso que tenemos, la vida.
Y el viajero de 2ª clase le contestó: Quiero a la muerte como amiga porque nada me quita. La vida no me pertenece. Mi amigo temes a la muerte porque con su negro manto cubrirá tus riquezas amasadas de estación en estación. Te ves satisfecho pero tienes miedo. Sabes que pronto perderás tus pertenencias, por eso llamas maldita a la muerte cuando ciertamente es una bendición.
Le dijo el viajero de 1ª clase al de 2ª: Mi viaje fue largo y penoso, a pesar de esto, amo la vida y todo cuanto ésta me ha dado. Amigo, tu existencia es vana. Tus pensamientos no están aquí. Vives para la muerte. No supiste tomar el tren de la felicidad. Por eso tus ilusiones descansan en el mundo de los muertos. Tu viaje fue complicado. Amar a la muerte es vivir en la amargura. Gentes como tú son los que pintan de colores oscuros los teatros de la vida. Gentes como tu recorren el mundo en busca de peligros para que su amada muerte les conquiste, ya que no tenéis coraje para declararos abiertamente a ella, sabiendo ciertamente que con su lúgubre manto envuelve a quien realmente lo desea. Gentes como tú transmiten la tristeza por la tierra como si de una gripe se tratara.
No eres capaz de dar aliento de esperanza al que sueña ver la vida con colores de ilusión porque todo tu cuerpo rezuma el nauseabundo hedor de la muerte. Gentes como tu, son los que con palabras de ultratumba tratan de justificar el fracaso de sus vidas. Te veo y deduzco por la expresión de tu cara, por el movimiento de tus manos y por el compás de tu respiración que mi presencia te traslada al pasado, recordando con resignación el nefasto día en el que bajaste en la estación equivocada. Veo en el blanco de tus ojos y en el abrir y cerrar de tus fosas nasales, lo vulgar de tu existencia. Veo, a pesar de que tratar de esconderlo, el rencor que sientes hacia ti mismo. Estas a tiempo, coge mi bonito tren, pues el tuyo, no tiene ventiladores en verano, ni calefacción en invierno. Recorres un mundo estéril, cambia de tren, toma las vías de la vida. No ames la muerte.
Y el viajero de 2ª clase contesto: Si viajar por vías centenarias es para ti buscar la muerte, yo la busco. Si compartir la tristeza es no transmitir esperanza, yo deseo no reír nunca más. Si hablar con el corazón es decir lo verdaderamente poco importante que es este mundo, quiero recibir insultos de personas como tu. Si por mis movimientos, mis expresiones y tu imaginación crees que soy un vulgar resentido, no lo tomo en cuenta porque sé que tu vista esta viciada y solo trasmite a tu cerebro las fijaciones que éste le enseña poco a poco. Me dices que cambie de tren, si oyera tu consejo moriría dos veces. Una en vida, que es como tu estás, y otra la física. Desprecias la muerte porque eres parte de ella. Vives pero estas muerto. Mi amigo, cambia de tren.

1.010. Mingo (Eusebius)

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