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miércoles, 17 de diciembre de 2014

La condecoracion

El maestro de escuela León Pustialcof vive al lado de la casa de su amigo el teniente Ladenzof. Allí dirige sus pasos en aquella mañana del día de Año Nuevo.
-Verás de qué se trata, amigo Gricha -le dice después de las felicitaciones y enhorabuenas usua­les; no te molestaría si no se tratara de un asunto urgente. Préstame por el día de hoy tu con­decoración de San Estanislao. Estoy convidado a comer en casa del comerciante Spitchlcin y tú co­noces a este imbécil: está loco por las condecora­ciones; a los que no ostentan ninguna en el un¡­forme los considera casi como a unos burros. Además, tiene dos hijas... Nastia y Zina... Te lo confieso como a un amigo..., ¿me comprendes, querido? ¡Préstamela, te lo ruego!
Todo este discurso es pronunciado balbucean­do. Pustiakof está enrojecido de confusión, y a cada palabra, se vuelve, mirando tímidamente ha­cia la puerta de entrada. El teniente le riñe, pero le cede la condecoración.
Aquella misma tarde, a las dos, Pustiakof, en un coche de alquiler, va a casa de Spitchiún; lleva el abrigo entreabierto y contempla su pecho. Allí, con su esmalte de color y puntas doradas, resplan­dece la condecoración ajena.
-Hasta uno mismo se tiene más consideración gracias a este jLiguetito-reflexiona el rnaestro. Un chisme tan insignificante, costará todo lo más unos cinco rublos, y¡cuánta importancia tiene!
Al llegar a casa de Spitchkin se desabrocha com­pletamente el gabán y saca el dinero para pagar al cochero. Le parece que éste se ha quedado atur­dido al ver sus hombreras, los botones relucientes y la condecoración. Pustiakof tose satisfecho y entra en la casa. Al quitarse el abrigo en la ante­cámara, mira hacia el salón. Hay allí ya unos quin­ce convidados. Se oye rumor de voces y ruido de platos.
-¿Quién es? -pregunta el dueño. ¡Hola! ¿Es usted, León Nicolaevitch? ¡Enhorabuena! Lle­ga usted un poco tarde; pero no importa...; aca­barnos de sentarnos.
Pustiakof, con el pecho alzado y la cabeza er­guida, entra restregándose las manos. Al mismo instante observa algo terrible: al lado de Zina está sentado un compañero suyo -el maestro de fran­cés Tramblin. Dejarle ver la condecoración se­ría exponerse a una multitud de preguntas y ave­riguaciones desagradables. Su primer impulso fué arrancar la condecoración o echarse a correr; pero está fuertemente cosida, y escaparse ya no es po­sible.
Tapándose el pecho con la mano derecha y en­cogiéndose tanto como puede, entra rápidamente, hace un saludo general y se sienta en la primera silla vacía que puede encontrar, la cual resulta hallarse frente al francés.
-Seguramente está algo bebido -piensa Spit­chkin al notar su cara avergonzada.
Le sirven un plato de sopa. Coge la cuchara con la mano izquierda; pero, acordándose de que esto no se usa, dice que ya ha comido y no tiene gana.
-Dispénseme... He ido a visitar al canónigo, y me ha convidado... obligándome a comer...
Se encuentra muy molesto; le ahoga la ira. La sopa huele muy bien y el pescado tiene un aspecto de lo más apetitoso. Prueba dejar libre su mano derecha tapándose la condecoración con la izquier­da; pero le resulta incómodo. «Lo notarán; tendré la mano puesta sobre el pecho, como un tenor que se prepara a cantar. ¡Dios mío, que se acabe pron­to esta comida! Iré luego al restaurante y tomaré algo.»
Después del tercer plato, levanta tímidamente los ojos hacia el francés. Tramblin está también visiblemente molesto; lo mira con un aire descon­certado, y tampoco come. Al notar que se miran mutuamente, ambos se avergüenzan y fijan los ojos en sus platos vacíos.
-La habrá visto el canalla; por su aspecto noto que la, habrá visto -piensa desesperadamente Pustiakof, y es un miserable, un chismoso; se lo contaré mañana al director.
Sirven el cuarto plato, y el quinto... Un caba­llero alto, con las ventanillas de la nariz anchas y velludas y los ojos pequeños, se pone en pie, se acaricia la cabeza, y exclama: «Brindo por la sa­lud de las señoras.»
Los comensales se levantan ruidosamente y to­man las copas en sus manos. Alegre «¡viva!», re­suena por todas las habitaciones. Las señoras son­ríen y alzan también sus copas. Pustiakof se pone a su vez en pie y coge la suya con la mano iz­quierda.
-Haga usted el favor, León Nicolaevitch; déle
esta copa a su vecina -dice uno de los convida­dos al maestro; hágala usted beber.
No hay más remedio. Pustiakof, muy a su pesar, tiene que separar la mano de su pecho para coger la copa, y la condecoración, con su arrugada cinta roja, resplandece a la luz del día. El maestro pa­lidece, baja la cabeza y lanza una tímida mirada al francés, que lo contemplaba lleno de asombro y con aire interrogativo; sus labios sonríen astuta­mente, y el malestar desaparece de su semblante.
-Juli Avgestovitch -le dice el dueño al fran­cés; alcánceme la botella que tiene delante.
Tramblin, indeciso, alarga la mano y... ¡qué felicidad! Pustiakof ve en su pecho una condeco­ración. ¡Y no la de San Estanislao: la de Santa Ana! De modo que el francés ha hecho la misma trampa. Pustiakof, de contento, se echa a reír y se recuesta en su silla... Ya no tiene motivo de ocultar su condecoración: los dos han pecado; nin­guno puede denunciar al otro.
-¡Ah! -murmura el dueño, al notar la conde­coración en el pecho del francés.
-Es extraordinario. Qué pocos han sido conde­corados en nuestra escuela -dice Pustialcof al francés. Tenemos un personal tan numeroso, y somos los dos únicos agraciados.
Tramblin le saluda alegremente con la mano y se yergue en toda su majestad, para que de todas partes vean su solapa ornada con la condecoración de Santa Ana, de tercera categoría.
Después de la comida, Pustiakof se pasea por todos los cuartos, y de un modo satisfecho enseñaa a las señoritas su condecoración. Siéntese contento y satisfecho, a pesar de un cierto vacío en el es­tomago.
-Si lo hubiese sabido antes -piensa mirando con envidia la Santa Ana del francés, que habla con el dueño respecto a condecoraciones, habría pedido la de San Vladimiro. ¡He sido un bobo!
Esta sola idea le molesta un tanto. Por lo de­más, es completamente feliz.

1.014. Chejov (Anton) - 071

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