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viernes, 14 de junio de 2013

La linda fea y la fea linda

Había una vez, en un lejano reino, dos niñas que habían nacido el mismo día en diferentes hogares. Una, se llamaba Alía y la otra  Nerea. Alía, vivía en un hermoso castillo junto con sus papás y sus abuelitos, era una niña muy bella, tenía muchísimos juguetes, los mejores libros de cuentos, los zapatos y vestidos más bonitos y modernos, Su mamá y sus abuelitos vivían para atenderla, amarla y hacer todos sus deseos, le hacían  unos cumpleaños  espléndidos,  a los que concurrían los niños de toda la región. La mamá tenía mucho trabajo en la gran mansión y estaba bastante ocupada, pero se las arreglaba para atender a Alía. Esta era muy inteligente, se destacaba en todo lo que hacía, tocaba muy bien el piano, era simpática, cariñosa...
-Pero... tenía un gran defecto... a pesar de todo lo que poseía, era muy, muy, muy caprichosa y cuando se enojaba por alguna cosilla que no le daban o hacían. ¡Sas!... hacía renegar mucho, mucho a su mamá y a sus abuelos,  cuando estaba encaprichada, arrugaba  la cara, que se ponía muy, muy fea y peleaba, peleaba y peleaba... peleaba con sus primos (a pesar de que los quería muchísimo),  su mamá se  sentía muy mal. Cuando llegaban visitas a la casa; la gente entraba diciendo.
-¡Qué linda nena! Y se retiraba diciendo en voz baja. ¡¡Que nena más fea!!. Porque se portaba tan mal que las visitas se cansaban de escucharla protestar, no dejaba conversar  a los mayores, no obedecía cuando su mamá exasperada le decía -¡Basta, basta!!

***

En cambio  Nerea, la otra niña, Vivía en una humilde casita, no  era tan bonita como Alía, ni tenía tantas cosas, pues sus papás eran muy pobres y no podían comprarle  ni siquiera las cosas que le hacían falta. Pero Nerea era muy alegre, no se enojaba nunca, su cara  estaba siempre iluminada por una sonrisa, y cuando  le pedía algo a su mamá y ésta no podía dárselo o no tenía tiempo de hacer alguna cosa que ella le pedía, Nerea decía. No importa mamá, cuando puedas me lo das o cuando puedas me llevas a pasear y jugaba muy feliz con sus primitos y amiguitos, sin pelear... bueno... algunas veces peleaba y también se enojaba,  pero poquito. Y cuando su mamá le llamaba la atención, le obedecía inmediatamente y volvía a reír, a jugar y a estar alegre.
 Las visitas de la casa, cuando entraban, decían entre dientes:
-¡¡Que nena más feucha!! Pero cuando se retiraban, decían a grades voces. ¡¡¡Que nena más linda!!!.

Pasaron los años y ambas niñas crecieron, cumplieron los 15 años y el rey de la comarca dio un gran baile para que su hijo encontrase novia entre las hermosas doncellas que asistirían.

Alía, estaba radiante, bellísima en su vestido de encajes y piedras preciosas, también estaba Nerea, con un vestido simple y sin brillo y su carita también simple. El príncipe bailó con todas las invitadas, pero no se decidió por ninguna.
El rey le preguntó: Pero que quieres? hay doncellas bellísimas, ninguna te conforma?
El príncipe –respondió: Primero debo conocerlas y para ello, pasaré diez días  en la casa de cada una de ellas.Y así fue. Fue pasando por todas las casas. Alía  era muy bella y al príncipe le gustaba mucho, pero... cuando al correr de los días  el príncipe vio que era una niña  ¡¡tan, tan caprichosa!!  que cuando se enojaba su cara se ponía  ¡¡tan, tan fea!!  se fue de la casa antes de terminar los diez  días y eligió  a Nerea para casarse cuando fueran más adultos.
Alía no lo podía creer, tampoco el rey ¿como va a casarse con Nerea si ella es bastante feita?
Pero el príncipe sabía muy bien lo que hacía, había elegido a Nerea por su belleza interior. Era tan dulce y cariñosa que su cara nunca se afeaba  por el enojo. Alía, desconcertada fue a visitar a su ada madrina que vivía en lo profundo del bosque.
Quería que ésta le explicara, ¿si ella era la más hermosa? (lo decía hasta el mismísimo  rey) ¿Porqué el príncipe la rechazó?.El Ada la recibió con mucho cariño, le sirvió una taza de te de madreselvas y Rosas silvestres que Alía tomaba mientras le contaba  lo acontecido. El Ada le dijo.Todo lo se, porque lo veo en el espejo de la vida  y como me siento un poco culpable y tengo un muuuucho cargo de conciencia...-No te entiendo dice Alía                                                                                                
Verás (le dice el Ada) cuando tú naciste, te llevé muchos regalos. Te regalé: belleza, inteligencia, ingenio, destreza, riqueza, amor....  pero.... me olvidé de lo más importante. No te di, “Límite”... ¿”Límite”? ¿y que es eso? -preguntó Alía
¡”Límite”! Es saber cuando parar de exigir, cuando parar de reclamar cosas y acciones a los demás. Y para ello te daré una pequeña piedrecilla de “Límite” que llevarás colgada de tu cuello y cuando te enojes y te pongas caprichosa, solo debes tocar la piedrecilla  e inmediatamente se te pasará el enojo y tu carita no se verá afeada.  Verás que muy pronto, vendrá de un reino vecino un apuesto príncipe que solicitará que seas su esposa y vivirán por siempre felices. 



Paty Sartori - Corral de Bustos - Argentina

1.088. Gomez de Sartori (Paty)

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